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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el ego y los peligros de su libre manifestación

Lo cotidiano nos ofrece múltiples ejemplos de manifestación del ego. Se ha dicho que para dedicarse a la política o responsabilizarse de una gran empresa, hay que tener un ego grande, es decir, un alto concepto de uno mismo y el interés en lograr que los demás nos vean así.

Uno de los científicos españoles ahora de moda, el investigador de la regeneración celular a partir de tejidos diferentes de células madre embrionarias, Dr. López Barneo, lo expresa en una entrevista que publica El País el 24 de noviembre de 2007, con la humildad de los sabios: "Los científicos somos muy ciclotímicos (...) Ahora amismo estoy con el ego por las nubes".

Pero el ego desatado puede jugar malas pasadas. A medida que se conocen más detalles del libro de la periodista Elisa Beni sobre el Once-Eme, surgen las voces discrepantes, que achacan algunos de los párrafos comprometedores del libro a un ataque del ego a los bastiones de la prudencia. La agresión se ha producido en este caso por contagio habido en el tálamo, aventuramos, porque el trabajo que se había calificado de impecable por parte del juez Bermúdez, esposo de la citada, está siendo afectado por oscuros nubarrones que vienen provocados precisamente desde el otro lado de su cama. Se hace dificil entender que el juez no sea "autor intelectual", "colaborador necesario" o "culpable de omisión".

Pilar Manjón, la presidente de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, anuncia su estupor por el hecho de que una conversación privada, y sujeta a protección, con el superjuez, ha sido ahora divulgada en el libro, y estima que se la pone en peligro de ataques yihadistas. Compañeros de la judicatura tampoco parecen contentos con este ataque de ego, que ha llevado a Beni a contar interioridades del macrojuicio.

 

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