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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la ética periodística y la libertad de información

SAR la infanta Elena y el Duque de Lugo, Sr. Marichalar, están pasando por un mal momento. No hace falta ser un lince de la percepción de lo que sienten los demás para entenderlo así. Las razones por las que han decidido suspender -temporal o definitivamente- su convivencia, pertenecen a la esfera íntima de sus relaciones.

Puede argumentarse que, dado el carácter emblemático de la Familia Real española, sus funciones de representación y el indudable influjo que sus actitudes y formas de actuar tienen sobre una parte de los españoels (y otros ciudadanos del mundo), difundir la noticia de la ruptura provisional de la pareja y ahondar en las causas que pudieron motivarla, entra dentro de las servidumbres de todo personaje público, y los miembros de la Familia Real lo son.

Puede también expresarse que la libertad de información, desde el ejercicio ético de la profesión periodística, es un elemento central de la democracia española.

Nadie lo duda. Pero hay que sentir una seria repulsa hacia algunas formas de entender el periodismo, porque ni proporcionan información relavante ni divertdia  ni ayudan a elevar el nivel cultural y los conocimientos de los que la reciben. ¿Quién puede defender como periiodismo el que se aborde, después de un seguimiento atosigador durante varios días, a la Princesa Elena, para pregutnarle a sopetón: "¿Es el Sr. Marichalar homosexual?".

No cabe en esa pregunta vulnerar tantos principios al mismo tiempo: respeto a la persona y a sus tendencias sexuales, respeto a la dignidad de un miembro de la Familia Real, vulneración de la intimidad, agresión verbal, vulneración del respeto a los hijos del matrimonio, ataque a la ética y a la profesión periodísticas...

¿Por qué no os calláis, periodistillas de baja estopa?

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