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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el dopaje y los deportistas de élite

La III Conferencia Mundial Antidopaje ha aprobado en Madrid, el 17 de noviembre de 2007, un Nuevo Código Mundial Antidopaje, que endurece el castigo a los deportistas que se dopen. Se considera dopante a una sustancia (o método) que cumpla dos de las tres condiciones siguientes: mejorar el rendimiento, ser pejudicial para la salud o ser contraria al espíritu deportivo.

El Código enumera las sustancias anabolizantes y estimulantes duros, define lo que se entiende por dopaje -incluído el intento de administración a terceros de sustancias prohibidas o su intento de compra; etc. Se aplica incluso el principio de resposnabilidad objetiva: después de un positivo, la carga de la la prueba recae sobre el deportista.

El texto entrará en vigor en enero de 2009. Supondrá el castigo a cuatro años a los deportistas sancionados por primera vez por positivo por sustancias dopantes.

El deporte de élite se ha convertido en espectáculo de masas, en la que consecución de mejores marcas cada vez y la conversión en ídolos de los deportistas, forman parte del juego. Un juego en el que el culto al cuerpo ocupa el espacio central. En los gimnasios, la ingesta de anabolizantes y todo tipo de estimulantes de la masa corporal es habitual entre los usuarios. Todos quieren ser fuertes y bellos, y los modelos se toman del mundo de los deportistas profesionales.

Se entiendo que Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, esté tanto o más preocupado por el dopaje común, como por el dopaje de los deportistas de élite. Incluso, algunos pensamos que la obsesión por perseguir el dopaje de los deportistas de élite, considerando como drogas estimulantes a sustancias y procedimientos cada vez más restrictivos, no va en la dirección adecuada.

Queremos espectáculo, al fin y al cabo. Bajo la responsabilidad del que se estimula, y con el preciso control médico, levantar las manos a la cabeza porque un deportista, para batir un récord o dar espectáculo, se anima a cambiarse una parte de su sangre o ingiera ciertas sustancias estimulantes de su bioritmo, no parece tan grave. No hay por qué llevar el cinismo hasta sus límites.

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