Sobre el tiempo que hará mañana y el clima que tendremos dentro de cien años
Parece que para algunos, la situación respecto al cambio climático y las consecuencias de ese efecto invernadero (o, mejor dicho y más castizo, efecto manta zamorana) a que ha llevado la vocación pirómana de la Humanidad durante los últimos tres siglos, pudiera dilucidarse alineando a partidarios y escépticos de cada escenario, y contando los votos de cada facción. O, como si se tratara de una partida de póker, anotando el valor de las cartas que lleva cada uno: científico local, dos puntos; portero de comunidades, un punto; miembro de club deportivo, un punto; etc-
Algunos comentaristas políticos (es evidente que el debate no tiene en la actualidad controversia científico-técnica seria), creen ver en la orientación ideológica de los líderes sociales un sesgo a priori para estar a favor o en contra de la criatura. Tiene su sentido. Los progresistas estarían más convencidos del calentamiento global que los conservadores.
Bush sería menos partidario que Al Gore o los Clinton de que habrá más calor y tempestades a medida que avance el siglo. Rajoy estaría más a favor que Zapatero de la opción de que por mucho o poco que contaminemos, las fuerzas de la Naturaleza seguirán su ley inexorable. Los hermanos Kazcinsky serían más cabra loca que Walesa (incluso en esto del CO2 equivalente) y Segolene Royal jugaría más alarmada que Sarkozy el partido que decidiría si los países menos desarrollados tienen ahora su derecho a contaminar, como antes lo tuvieron los hoy ricos.
No sabemos predecir con exactitud el tiempo de mañana en Sevilla (aunque sí, por supuesto, con alta probabilidad que no lloverá, y con tasa de acierto que aumenta con el tiempo de reloj), ni si un valor en la Bolsa española subirá mañana o perderá unas décimas (aunque tratamos de analizar las tendencias y las razones que permiten ajustar las previsiones). Los seres humanos solemos movernos mejor en los grandes números, sobre todo, si hay datos históricos fiables.
Por eso, alguien debería decir a Rajoy que el ajuste fino en lo inmediato ("near approach") es diferente de la tendencia ("global trend"), que clima y tiempo atmosférico son cosas distintas, que no es lo mismo estar convencido de estar convenciendo, ni comerse el pollo del vecino para que la estadística del medio pollo por cápita se cumpla.
La mayoría de los científicos del Planeta que estudian el fenómeno se han puesto de acuerdo en que en la Tierra hará más calor a medida que avance el siglo, y que hará mucho más si seguimos ignorando la forma de ahorrar energía fósil, animando a los países desarrollados a que consuman sus reservas, y diciendo a la gente desde nuestro pedestal de supuesto conocimiento que nuestro primo sabio es un escéptico ilustrado en esto del calentamiento.
Lo que, además, pasa a ser cosa de necios, es utilizar el nombre de un familiar para tergiversar su argumento, dándole a su autoridad, la pátina bufa de nuestro menosprecio de ciencia y de cultura. Perdona a tu pueblo, Señor.
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