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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre juanes, pilares, conchas, cármenes y pepes

Cada 24 de junio, los Juanes y Juanitas son felicitados por amigos, familiares, subordinados y colegas que quieren manifestarles que se han acordado de ellos en el día de su onomástica. Parecidos movimientos de afectos, intereses y rutinas, se movilizan en torno a las Conchitas el 8 de diciembre, los Pepes y Pepitas el 19 de marzo o las Pillares el 12 de octubre.

Mucho más difícil lo tienen -aunque suponemos que serán igualmente apreciados y/o denostados- los Hermógenes, Eustorgios, Anastasios, Remigias, Torcuatas o Gerundinas, por poner solo unos ejemplos de los adornos que, especialmente en las cuencas mineras asturianas, se han elegido para la identificación de tantos Fernández y González como ha dado el pueblo llano que, además, no se atreve a poner guiones, cambiar el orden o recuperar del árbol genealógico los eventuales apellidos rimbobantes que se hayan incrustado en él.

Con la conquista del suelo español por los emigrantes sudamericanos (aún no consumada en su totalidad, pero ya muy patente en zonas amplias de lo urbano), han aparecido nuevos nombres de persona que no tienen, de momento, santo del día.

Se pueden encontrar Rúsbeles, Yimi Cártons, Santagracias, Porfías, Lénines o Quínies, junto con muchos otros apelativos que antes solo se osaría utilizar para nombrar a las mascotas que, por cierto, ahora se les llama o puede llamar Pablo, Amalia, Antonio y ponerlo así bajo la advocación de algún espíritu del que su propietario sea devoto.

Tampoco será, pues, de extrañar, que, perdidos los sentidos de los afectos, mientras ilustres miembros de la cultura y el deporte animan a adoptar un perrito abandonado en estas vacaciones (cuando aún tenemos mil millones de pobres humanos por ahí), se acabe felicitando solamente al animal de compañía.

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