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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el sofoco que nos produce Alemania a los españoles

Ese misterio aún no desentrañado que unos llaman "cultura histórica", otros "nacionalidad" y algunos rebajan al nivel de simple paparrucha, tiene una curiosa expresión si se analizan las profundas disimilitudes entre "el carácter español" y "el carácter alemán".

Y, sin embargo, se suele repetir que ambos pueblos se aprecian, se respetan, se quieren.

De entre las raíces históricas comunes, llama la atención la coincidencia en el maltrato que tanto en Alemania como en España se ha dado a los judíos, después de haberles dejado desarrollar sus dotes naturales para el comercio. Fue en épocas relativamente muy separadas en el tiempo, con consecuencias harto diferentes y, además, no queremos meternos en el berenjenal de analizar los motivos y efectos. Pero es un hecho constatado.

Esta cuestión desgraciada debe estar uniendo subliminalmente a alemanes y españoles, si bien importa resaltar una sustancial diferencia: aquí, nuestros ancestros se han limitado a expulsarlos de sus tierras y comercios; allí, en Alemania, los exterminaron masivamente. A los españoles, esta acción nos ha generado un extraño complejo de culpabilidad, por el que somos capaces de amar por igual a árabes (palestinos) y a judíos (israelíes).

Los rubios (bueno, teñidos) teutones, han superado rápidamente cualquier pesadumbre al respecto. Seguro que están convencidos de que los judíos supervivientes de su limpieza técnica están más cómodos pisando palestinos, en las tierras prometidas cuando el mundo parecía limitarse a la superficie de un par de campos de fútbol.

Los alemanes nos superan a los españoles en todo. Su capacidad para derrotarnos es aplastante; la distancia a que les seguimos, tan grande como humillante; sería insoportable, si no fuera porque estamos históricamente resignados a ser sus hermanos capitidisminuídos.

Nos han impuesto sus emperadores para convertirlos en nuestros mejores reyes (salvando Lo presente) -véase Carlos V de Alemania, en realidad, Karl der Erste aus Spanien-. Si alguien quiere saber de verdad de Derecho, Sociología, Sicología y hasta Teología, mejor se va allí por una temporada. Qué decir de las industrias alemanas, de sus coches, de sus Fasching (carnavales), de sus Bieren (cervezas), de sus Frauen (mujeres) y hasta de sus Gedichte, Zitate und Sprüche (Poesías, citas y alocuciones).

En las llamadas energías alternativas, las empresas alemanas han utilizado a las españolas, como ha sucedido en otros campos, de dichosa rampa de ensayo y lanzamiento. Aunque todavía estamos pasando por el ingrato espejismo de disponer de tecnología punta en aerogeneradores, energía solar fotovoltaica o en la capacidad para aprovechar las fuentes geotérmicas de nuestro subsuelo, detrás de nuestros investigadores no es difícil encontrar competentes y bien dotados equipos multidisciplinares alemanes, a los que se acude para preguntarles las dudas.

En política seguimos siendo los españoles, germanodependientes. Y cuando pretendemos elevar un poco el vuelo, nos lo recuerdan.

La Sra. Merkel ha hecho, como quien no quiere la cosa, un reciente regalo envenenado a nuestras ilusiones hispanas de controlar la situación de crisis con medidas que, si se llevan a efecto, serán muy dolorosas para un país muy castigado por una debacle que no hemos protagonizado, pero que estamos sufriendo como el que más.

Ha dicho que los fondos de ayuda europeos están disponibles para cualquier país que pueda tener dificultades y, "por supuesto, para España". No fue un lapsus. Fue una contundente confirmación de que para Alemania seguimos siendo el hermano pequeño; tonto y, para colmo, aplicado. Por eso, nos dan desde el corazón de Europa, de vez en cuando, un pescozón en público para que no nos creamos independientes del primo de Zumosol.

Deutschland, Deutschland über alles. Über uns, aber natürlich. (Alemania, por encima de todo. Sobre nosotros, por supuesto)

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