El valle de Chamberí y Gedeón
El valle de Chamberí sería la manera de llamar en español al Chamberi Valley, una agrupación informal de una treintena de jóvenes empresarios con sede en Madrid y que se reúnen mensualmente, desde hace ya tres años, para intercambiar experiencias, apoyarse mutuamente y generar nuevas iniciativas.
Las empresas ubicadas en el espacio, a veces pedregoso, del Valle, se dedican, fundamentalmente, a sacar rentabilidad de las nuevas tecnologías en las telecomunicaciones y la informática.
El proyecto, con confesadas referencias teóricas al Silicon Valley, aunque con inconfundible sabor a ibérico en la praxis, ha merecido una página completa en el Süddeutsche Zeitung el 27 de octubre de 2012, bajo el título de "Geht doch" (¡Adelante!), y un subtítulo que, obviamente, me enorgullece: "Ein bischen Hoffnung in Spanien: Miguel Arias hat ein Netwerk für junge Unternehmer gegründet" (Alguna esperanza en España: Miguel Arias ha fundado una red para jóvenes empresarios).
No se concentra el interés por esta iniciativa en la mirada germana (Thomas Urban ha realizado un magnífico artículo); la periodista Ana Pastor -al citarla, siempre tengo presentes dos adjetivos: inteligente y hermosa-, en las páginas del suplemento del sábado O Dona, también ha hecho referencia a una de las empresas de los fundadores del Valle español, Imaste SL, creada hace varios años por Miguel y dos amigos ingenieros, cuando todos ellos estaban recién licenciados.
Me permito en este comentario asociar la idea del Valle de Chamberí con un cuento bíblico, la aventura de Gedeón.
Para los desmemoriados: Gedeón era un agricultor que fue elegido por Yahvé para salvar a su pueblo de la opresión de los madianitas. Desconfiado, pidió pruebas de que el mandato divino no era una broma, y cuando las tuvo, reunió un poderoso ejército.
Pero Yahvé le comunicó que era demasiado numeroso, así que debía eliminar a los que confesaran tener miedo. Ya diezmado por los que desertaron por esa razón, Gedeón tuvo que licenciar también a los que se arrodillaran para así beber más cómodamente agua en el río Jordán.
Cuando solo le quedaban unas decenas de soldados, las instrucciones que recibió Gedeón fueron simplemente las de dotar a cada guerrero de una antorcha y una cacerola y los dispersara. Los madianitas, que sospechaban que se aproximaba un gran ejército contra ellos, cuando oyeron el estruendo que formaban y vieron las luces que parecían provenir de todas partes, huyeron, despavoridos.
Me gusta la metáfora. Sobre todo, porque refleja que no son necesarios muchos para dominar una sítuación conflictiva, sino que basta con que estén convencidos de su fortaleza e inteligencia, y actúen coordinadamente, sin temer que los demás sean numerosos o estén aparentemente mejor dotados.
Porque no hay terreno estéril para los inteligentes ni competencia invencible para los audaces.
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