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Al Socaire de El blog de Angel Arias

El Club de la Tragedia: Creativos y anunciantes al asalto

Venía en el autobús de vuelta a casa, cuando reparé que en el ABC que estaba leyendo una viajera, se anunciaba a toda página una nueva revista de deportes, combinando el recorte de un titular del diario deportivo Marca (la competencia) que ilustraba la anodina información de que "La madre de Ballotelli ganará 8 euros a la hora limpiando oficinas", con una frase de similar profundidad escatológica:"¿Es esto deporte? Casi que no".

Aunque no soy aficionado al seguimiento pasivo de los deportes, la información general me ha ilustrado lo suficiente como para no pretender ignorar las aireadas relaciones tensas del gran futbolista italo-negro con su madre biológica. Supuse, por tanto, que los creativos que habían ideado el anuncio se habrían sentido muy satisfechos por la combinación de la agresión al competidor con la avidez del lector medio por saber más de la mamá de Balotelli, antes de caer de vuelta en la cuenta de que lo que se está criticando son determinadas noticias "deportivas" que, como expresé, también son pasto para los lectores de la prensa no especializada.

Imaginé, sobre todo, que el contenido del anncio habría sido aplaudido por quienes pagaron la publicidad, estimándola adecuada al mensaje que deseaban dar.

Tomando otra referencia reciente, algunos días antes, una "agencia de adulterios" (ya se ve que el negocio puede encontrarse con cualquier asunto) publicaba una composición fotográfica en la que se podía ver a una sonriente S. M. La Reina Sofía abrazando a un joven desnudo, bajo la frase concluyente: "Ya no tienes por qué pasar la noche sola".

Nuevamente, en este ejemplo, la agresión a una persona real (más en el segundo caso) se utiliza como reclamo. Son muchos los ejemplos que se pueden encontrar en los media con lo que califico sin reparos de pésimo gusto creativo. En ellos, el criterio de base que pulula en la mesa de los publicistas y sus clientnes es que se trata como sea de llamar la atención, sin que exista la menor preocupación por presentar la calidad del producto que se anuncia.

Mal va también, en esta debacle, el oficio de publicitario cuando la agresión a personas es la forma elegida para despertar el interés de un ciudadano, desde luego, sobrecargado de mensajes, pero al que no hay motivos para negar inteligencia ni, por tanto, buen gusto.

Les aconsejo a publicistas y anunciantes que repasen las nociones que no deben omitirse en un buen mensaje. Si, faltos de ánimo para leer literatura, prefieren verlo en imágenes, pueden deleitarse con los capítulos de la magnífica serie Mad Men, que se centra en los tejemanejes -internos y externos- de una agencia de publicidad. Para este Comentario, bastará con una frase del protagonista, Don Draper: "Las ideas las pone el cliente, nosotros solo tenemos que darles forma".

 

 

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