Partículas
La curiosidad por conocer más del mundo físico nos ha introducido de lleno en terrenos imaginarios, lo que nos proporciona una serena sensación de complacencia a quienes siempre hemos creído en la poesía.
Descendiendo peldaños hacia lo pequeño, hemos pasado desde descubrir los cuerpos aplicando los sentidos a su observación (y aún nos queda terreno por andar), a desentrañar, apoyados por equipos de inspección cada vez más potentes, las sustancias que los componen.
En este camino hacia dentro de la materia, hemos desvelado que se componen de moléculas y átomos, y, cuando ya creíamos saberlo todo sobre lo minúsculo, nos han aparecido neutrones, protones y electrones, y de aquí, ya metidos en la vorágine de explicar cómo son las cosas desde dentro, que se parecía cada vez más a intuir todo lo de fuera, hemos necesitado dar a luz fotones y bosones, y, los más listos de entre nosoros, han decorado los conocimientos con hipótesis, constantes universales, variables particulares y mucha intuición.
Podemos imaginar que el camino emprendido es una vía sin final. Después de todo, si somos capaces de elucubrar algo así, esto lo hace posible, aunque la razón se niegue a admitir que el saber sea un agujero sin fondo, como si el conocimieno se alimentara de sus propias investigaciones.
Pero también podemos imaginar que estamos cada vez más próximos de descubrir el fondo del misterio que nos ha convertido en lo que somos, o parecemos ser, tanto nosotros como todo lo que existe.
Como sucedió con los teatrillos de marionetas de esos que sirven, sobre todo, para solaz infantil, tenemos ahora consciencia de que nuestra edad intelectual como colectivo humano, somos capaces de acercarnos por detrás de bastidores y desvelar el misterio de los que mueven los muñecos.
La poesía nos amenaza, con su lánguida propuesta, en que, si llegara ese instante -¿ha llegado?-, podemos convertirnos, o al menos, creernos, en cómicos de nosotros mismos, deshaciendo nuestras vidas en trazos de minúscula energía, retazoss mínimos de materia revesible. Y como la poesía no tiene fronteras, no faltarán poetas que, pretendiendo ser más escépticos, reposarán encantados con la hipótesis de que saberlo todo significará simplemente, desaparecer de este sueño, porque nos faltará el durmiente que nos justifique.
Me siento contagiado por el entusiasmo de esos científicos que aplaudían en directo la presentación de cierta evidencia sobre el bosón de Higgs. Es magnífico que creamos haber detectado su huella diminuta en el cosmos, pero, sobre todo, que hayamos podido originar la partícula que la genera.
Porque, de pronto, recuperamos una sensación: dentro de muy pocos años -nada en la eternidad conceptualmente imaginable- seremos solo minúsculas trazas a las que solo el azar haría detectables, en el marco de magnitudes inmensas, infinitamente mayores.
Y, desde esa perspectiva metafísica, poética, el microteatrillo de esta cosmonadería -valga la metáfora- en el que se mueven ahora algunos tipos que creen estar haciendo historia, no se merece ni siquiera el esfuerzo de investigar las razones por las que mueven nuestros hilos, desde la paz de saber individualmente lo que nos espera al instante siguiente, tanto a nosotros como...a ellos.
Trazas. Convertirnos en trazas. Indetectables para cualquier instrumento.
3 comentarios
plácido garcía -
Sin necesidad de citas: la libertad depende de uno mismo.
Más que reprochar a esos compañeros de viaje que limitan nuestra libertad, quizá sea más útil mostrarles compasión, que usada adecuadamente puede aniquilarlos. Además, padecemos juntos nuestra nada, aunque tengan que recordarnos de vez en cuando lo del "pulvis est...".
Angel Arias -
Plácido García Pérez -
No sé a que sensación recuperada te refieres, esa que te hace pensar que dentro de poco seremos trazas indetectables. Según el camino a la realidad (Penrose) somos cada vez más detectables. Por otra parte el conocimiento de lo extrahumano si que nos vuelve indetectables pero discrepo de ese "desde la paz de saber individualmente lo que nos espera", porque NADIE ES CAPAZ DE IMAGINAR LO QUE SEREMOS COLECTIVAMENTE DENTRO DE 25 AÑOS.