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Al Socaire de El blog de Angel Arias

En el inicio del inicio del cambio de paradigma

Para la mayoría de los humanos y, desde luego, para todos los que tienen menos de cuarenta años y no siguen el calendario chino (農曆新年, 农历新年, Nónglì Xīnnián) ni el árabe (R’as as-Sana), ni otras elucubraciones ajenas o propias acerca de cómo empezar a contar la siguiente vuelta de la Tierra en torno al sol (hace unos siglos, apreciado justo al revés), el día más largo del año no tiene que ver con el solsticio de verano, sino con el fin del año según el criterio gregoriano.

Tal día como hoy.

El 31 de diciembre de 2011, como particular condición, estamos en el día después del "inicio del inicio". Esta es la enigmática expresión utilizada por la vicepresidenta primera del primer gobierno de Mariano Rajoy, que, como no nos consta que sea seguidora de la secta que viene pronosticando que el 2012 será el año del fin del mundo, entendemos que fue su particular manera de indicar que la fiesta española del sudor y lágrimas no ha hecho más que empezar.

Teniendo en cuenta que, en su momento, no se dió a conocer un programa concreto de Gobierno -recordemos que tampoco lo hizo el entonces candidato alternativo, Alfredo Rubalcaba-, y que la única directriz expresada como guía segura de actuación fue "depende", nos encontramos ante un panorama completamente abierto a especulaciones.

Nosotros no queremos dejar a nuestros lectores en el desasosiego de tamaña incertidumbre y, por ello, proponemos un cambio de paradigma. Puesto que la capacidad de actuación global que le suponemos al amable lector será, como la nuestra, reducida (es decir, nula), abogamos porque el cambio de paradigma sea individual.

Antes de seguir adelante con la propuesta, debemos matizar que utilizamos la acepción de "paradigma" como modelo a seguir, ejemplo de comportamiento, y lo referimos a un individuo que, por las cualidades de su carácter, por sus virtudes expresas, suscite nuestra admiración, envidia e impulso de imitación, de forma que procuraremos tenerlo presente como guía de nuestros actos, referencia de conducta, consuelo para enderezar nuestras caídas de ánimo.

La nueva situación que se insinúa en el panorama nacional (empleamos este adjetivo solo para no tener que repetirnos, sin intención separatista) aconseja que el nuevo modelo sea un ser animoso, que no se arrugue ante las dificultades, que soporte todas las inclemencias -vengan del tiempo atmosférico como de la cuarta dimensión-, avanzando sin pestañear hacia su destino; mejor expresado, animando a todos los demás a que se aventuren en lo desconocido, asegurándoles que todo irá mejor, mucho mejor.

Nuestra propuesta de modelo para el cambio de paradigma es El capitán Araña. (1)

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(1) El capitán Araña es un personaje de ficción que se toma como referencia para aquellos que animan a embarcarse en un episodio dificultoso, pero se quedan en tierra. Sirve también para ridiculizar, en círculos académicos, a quienes proponen medidas como consultores o asesores, que ellos mismos no se han atrevido a imponer cuando estaban al mando o, incluso en casos más aberrantes, nunca estuvieron al mando de nada pero hablan como si lo hubieran estado.

 

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