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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la estructura de la clase media

Se han ensayado múltiples definiciones de "la clase media" y todas las que conocemos se nos antojan imbuidas de un voluntarismo poco contagioso. La mayoría, en la línea iniciada por Marx y Weber, la vinculan al estado de bienestar y a la disponibilidad individual para disfrutar de un mínimo nivel de vida.

En realidad, las clases medias no son media de nada, porque la división -por ejemplo- entre la riqueza total disponible por un Estado o Corporación económica y el número de sus individuos nos daría una referencia inútil, ya que la riqueza no se distribuye según funciones estocásticas-tipo y, desde luego, no sigue una función normal, en la que se pudiera calcular la media, la desviación típica y el porcentaje de individuos comprendido entre dos niveles de renta que no resultasen desproporcionados entre sí.

Pero es que tampoco querríamos centrarnos en la engañifla de hablar de las clases medias como algo homogéneo en lo económico, sino resaltar algo muy diferente: dentro del conjunto de individuos que tienen rentas moderadas -digamos, inferiores a 60.000 euros/año y superiores a 20.000 euros/año-, hay un núcleo especialmente digno de lástima.

Son aquellos que cumplen con todas las normas, que se comportan como atípicos ciudadanos ejemplares, porque son educados en el trato, pagan sus impuestos por la totalidad de sus rentas, atienden a las multas en las contadas ocasiones en que cometen alguna irregularidad, participan con su tiempo libre en la vida social de la comunidad, rinden eficientes en su trabajo, hacen horas extras sin rechistar (y sin cobrarlas), separan adecuadamente la basura para reciclar y se esfuerzan en contaminar lo menos posible, se trasladan en transporte público siempre que es factible, disfrutan de las pequeñas alegrías de cada día sin envidiar al vecino rico del que no tienen idea cómo pudo alcanzar niveles tan lujosos...

Esos ciudadanos de "clase media" son los que soportan el sistema, sus auténticos "paganinis". Son, valga el ejemplo, compañeros de la secretaria de Warren Buffett. Merecen lástima, porque están rodeados de incumplidores de las normas, jetas sociales que, por un motivo u otro, se aprovechan, felices, de los múltiples agujeros de descontrol que permite el sistema.

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