Sobre la conexión entre los mercados energéticos y los financieros
Recordamos a Julio Segura, barbado, hábil conversador, entusiasta, sentado despreocupado en la baranda, despertando pasiones no solo intelectuales, en el Salón de Actos de la flamante Universidad de Económicas y Empresariales de Oviedo, hace 30 años. Defendía entonces, invitado por José Luis García Delgado -otro catedrático desde su tierna infancia, para envidia permanente de los que, por nuestra mala cabeza, no hemos podido salir de penenes-, el crucial papel de la empresa pública en España.
Cuando terminó de hablar, todos le freímos a preguntas. Sabía de todo, opinaba sobre todo.
Este Julio Segura de hoy (20 de junio de 2011) se ha afeitado la barba, ha envejecido manifiestamente (ay, como todos), se reconoce algo sordo -es emocionante verlo acercarse al lugar de quien le hace una pregunta desde el auditorio, con el argumento de poder oirlo mejor- y se atreve a decir que hay muchas cosas de las que no sabe "nada".
El auditorio formado por quienes acuden a oir sus palabras ha cambiado sustancialmente, respecto a aquel recuerdo. La sala es ahora de la CNE y el tema de la conferencia, aunque atractivo, "La conexión entre los mercados energéticos y los financieros", fue tratado por el conferenciante con una terrible formalidad, hasta el punto que leyó, y lo hizo a uña de caballo, lo que tenía escrito.
Escuchándole, y seguro que atentamente, estaban algunos de los principales muñidores de las esencias económico-financieras del país, rimbombantes directivos de las empresas eléctricas, laureados compañeros de la muy ilustre Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, e insignes catedráticos, -eméritos y vigentes-. Lo que les unía en realidad a casi todos ellos, es el haberse convertido en provectos personajes, canos o calvos, silenciosos, pertrechados en su amplia cultura, sin dudas que exponer en público y bastantes respuestas que dar, si quisieran.
Y, al menos hasta donde pudimos descubrir, no había ni asomo de aquellas sílfides -hoy seguras abuelas satisfechas en la genealogía de otros- que le solicitaban a gritos o in pectore un hijo suyo como si el joven cátedro fuera Raphael, Rod Steiger o Ringo Starr.
Volvamos, pues al presente. Julio Segura arrancó su reflexión, perfectamente, trabada, en torno al palabro financialización, cuyo paternidad europea atribuyó al presidente Sarkozy, en su discurso del 14 de junio, y lo definió como el proceso en el que los mercados tienden a dominar los asuntos financieros.
La crisis reciente habría demostrado la escasa o nula reglamentación, que habría permitido al sistema bancario crear una estructura opaca a los controladores. La razón de esa permisividad se encontraba en la falsa premisa de fondo de que las inversiones profesionales estaban necesitadas de menor regulación que los minoristas.
Había, también, indicó Segura, otras razones que se revelaron falsas: se creía que el excesivo desglose de las operaciones provocaría la pérdida de liquidez de los mercados, al descubrir las estrategias de los grandes grupos financieros; los datos que se solicitaban eran escasos, se proporcionaban con retraso y gozaban de acceso restringido.
La realidad demostró que sólo los mercados más transparentes siguieron funcionando con normalidad después de la crisis; los de renta fija privada no se han recuperado aún, por la falta de confianza respecto a la falta de transparencia de los agentes. Por el contrario, los mercados de renta variable privada y renta pública fija siguen funcionando bien.
Las nuevas líneas maestras de la situación, las agrupó el conferenciante en tres directrices, coincidentes en lo sustancial, emanadas, respectivamente, desde el G-20 (en septiembre de 2009), de las recomendaciones de IOSCO - la Organización Internacional de Comisiones de Valores (OICV), que Segura denominó en inglés, por las siglas de la International Organization of Securities Commissions- a partir de 2008, y de la estrategia implementada por la Unión Europea (UE), todas ellas enfocadas hacia la consecución de una mayor transparencia de los mercados.
El punto de mayer polémica de las áreas en las que trabaja la UE, en palabras de Segura, es la categorización de las empresas eléctricas como empresas MEFF (1), a lo que se han opuesto los lobbies del sector, que pretenden que ofrecen los derivados a sus clientes, no como inversión sino como mayor protección contra el riesgo, y argumentan que imponer garantías adicionales pone en peligro el mercado único de la energía, aumentando los costes y creando mayores barreras a la entrada de terceros en el sector.
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(1) Para que los menos expertos no se pierdan con estas y otras siglas, que, por cierto, Julio Segura empleó como quien lava, farfullando incluso a veces los acrónimos, dejando seguramente in albis a parte de la audiencia, la novedad del esquema es la constitución de una cámara de contrapartida central para dar seguridad a las operaciones, como ya ocurre con MEFF Renta Variable (Mercado Oficial de Futuros y Opciones Financieros de renta variable en España, que inició su actividad en noviembre de 1989).
Las transacciones OTC ("over the counter", esto es, extrabursátiles) sobre cualquier activo dispondrán de esta seguridad, de la que carecían.
(continuará)
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