Sobre la pista de la Escherichia Coli
La bacteria Escherichia coli es, casi con certeza, de todos los organismos procariotas, el que creíamos conocer mejor. Imprescindible para la digestión de los alimentos, capaz de provocar la fermentación de la glucosa y la lactosa, las cepas de este bacilo han sido estudiadas durante generaciones por biólogos, técnicos en aguas sanitarias, e investigadores de todo tipo.
Antes de que se le cambiara el nombre, en atención a su descubridor, el bacteriólogo alemán Dr. von Escherich, era conocida como Bacillum coli, y para la generalidad de los mortales era, aunque de forma anónima, el causante habitual de cólicos y diarreas -hoy llamadas gastroenteritis-, que aparecían cuando se ingerían alimentos en mal estado o aguas contaminadas por heces y que, en su inmensa mayoría, se curaban al cabo de un par de días tomando mucha agua y manteniéndose a dieta "blanda".
La aparición de esta nueva cepa mortal de la Escherichia coli en Hamburgo ha puesto, sin duda, en desarreglo mental a los prestigiosos bacteriólogos de Alemania, pero también de todo el mundo. Después del descalabro de haber atribuído a los inocentes pepinos españoles y a una manipulación poco cuidadosa de las hortalizas almerienses el origen de la infección, ahora -es decir, en la mañana del 4 de junio de 2011, cuando escribimos esto- no se sabe cuál pudo ser el foco que provocó el episodio de contaminación que ha causado ya 18 muertes y más de 2.000 enfermos, algunos muy graves.
Aunque no hay acuerdo absoluto sobre la identificación de la cepa de Escherichia que está detrás de todo esto, la opinión más extendida cree haber detectado que no es una variante, ni una mutación, sino el producto de la combinación de los materiales genéticos de varias bacterias de la misma familia: el serotipo E. coli 0104, que sería el que proporciona la base (un 80%), y que fue identificado en Corea en el año 2005, y otra u otras cepas (0517, 026,0111), también con potencial letal, al menos para los seres humanos.
Como ya sucedió recientemente con otros episodios sanitarios, la rápida propagación de la noticia se contamina de inmediato con la imaginación y el sensacionalismo de los medios y, también, con las actuaciones precipitadas y las declaraciones de incompetentes autoridades que, faltas de criterio y deseando únicamente salvar sus pellejos, crean alarmas sociales improcedentes, disparando al primero que pasa.
Nos parece que la investigación del foco de esta contaminación ha de buscarse, como en toda labor policíaca, analizando, ante todo, el mapa con la ubicación de los afectados. El análisis de lo que han ingerido o tocado en los últimos días supone realizar una extensa tabla de datos cruzados en la que hay que analizar todas las posibles correlaciones. Para conseguir de inmediato este contraste, se debe hacer a todos los afectados y a sus entornos familiares o laborales, un mismo cuestionario, quizá con más de cien preguntas al inicio, que se irán ampliando o perfilando sucesivamente, yendo desde lo general a lo más particular.
Se ha dicho por algunos medios que la(s) cepa(s) bacteriana(s) es/son muy resistente(s) a los antibióticos habituales. Llama la atención que, a pesar de su alto nivel relativo de propagación -un par de miles de personas afectadas no son de despreciar-, es reducido el ámbito geográfico y el número de casos no crece exponencialmente, sino que se ha contenido, por lo que no parece que su difusión sea sencilla, y, desde luego, tampoco parece que se propague por contacto.
La causa ha de buscarse en la ingesta de algún producto por parte de los afectados, y es lo más probable que provenga de alguna granja animal (vacuno, seguramente), en las proximidades a Hamburgo capital, o a alguna partida de carne contaminada desembarcada en ese puerto.
En todo caso, nada que justifique la tremenda alarma causada y, por supuesto, hay que expresar nuestra más total reprobación hacia el comportamiento en este caso, tanto de las autoridades sanitarias alemanas como de la propia Unión Europea, que han actuado de forma insensata, generando un pánico colectivo sin fundamento y, lo que es aún peor, sin soluciones.
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Rafael -