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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre eficiencia, educación cívica y empleo

Las Administraciones públicas ponen cada vez más difícil la cuestión de alcanzar el pleno empleo, que debería ser uno de sus objetivos.

Pues bien, en este Comentario, vamos en la dirección contraria: eliminar trabajos superfluos, denunciar despilfarros en las estructuras laborales y, por tanto, en aras de la eficiencia colectiva, defender que hay multitud de tareas que no debería mantenerse. Porque, a la larga (y a la corta) no generan riqueza, son símbolo e nuestra incapacidad para ordenar eficazmente las tareas conjuntas y son el reflejo de la subordinación de algunas actividades a la necedad, ineficacia o malos usos de otros.

Tomemos un primer ejemplo. Desde primeros de abril de 2011, para trabajar en la Comunidad de Madrid como controlador de acceso (antes portero de discoteca) ha que obtener un carné específico, que solo se obtendrá después de superar algunas pruebas, incluídos unos test que pretenden comprobar las condiciones síquicas.

Según la información disponible, Madrid da trabajo a 3.600 porteros de discoteca, ocupación para la que, hasta hace nada, solo hacía falta acreditar ser mayor de 18 años y, aunque no estuviera escrito, ser varón y disponer de un cuerpo trabajado en horas de gimnasio y la ingesta de algunos anabolizantes. Si hacemos una traslación de cifras, utilizando la regla de tres, es posible que en España haya unos 20 a 25.000 porteros de discotecas.

Hace tiempo que no somos rata de discoteca (¿se dirá así?) y, por tanto, solo sabemos de esos lugares de encuentro de la población desocupada por las películas y por alguna noticia desagradable que trasciende a los media.

No está, por ello, en nuestra intención, lanzar ningún dardo contra esa profesión que, como a cualquier ocupación que da para ganarse el pan sin causar mal a nadie, juzgamos dignísima ("queremos recuperar nuestra dignidad" dijo uno de sus representantes: nosotros jamás pensaríamos en arrebatársela).

Lo que ya no estamos seguros es de que sea necesaria, si la ciudadanía se comportara como mandan los cánones éticos. ¿Evitar la entrada de menores a las discotecas? ¿No podrían encargarse de ello los padres, educadores y tutores y, al final, el propio control de los menores? ¿Impedir peleas, garantizar la reserva del derecho de admisión, regular la entrada de borrachos o delincuentes, el consumo de drogas, garantizar que no se supere el aforo? ¿Estamos tan mal en esta sociedad, tan enfermos?. Habrá que tomar otras medidas.

Y ahí queríamos entrar. Hay muchas profesiones, dignísimas, por supuesto, que son producto de nuestra mala educación colectiva, del desprecio a los demás, del incumplimiento de las normas. Un despilfarro del sistema.

Enumeramos algunas de ellas:

-Una parte de los empleados de la limpieza, recolectores de residuos y basuras podrían eliminarse, si se cumpliera con estas normas elementales: no arrojar papeles, colillas, ni otros restos al suelo, sino en los contenedores, y emplear correctamente esos recipientes según el uso al que están teóricamente destinadas.

-La inmensa mayoría de los inspectores de transporte serían redundantes si todo el mundo sacara sus boletos sin preocuparse de si han de ser revisados en el viaje; por cierto, creemos que esa labor de inspección en el metro de Madrid es ya superflua, porque salvo cuatro mozalbetes y los mendigos que nos alegran el viaje con sus melódicas canciones (o sus quejas contra el Gobierno), no hemos visto a ninguna otra persona saltarse las barreras.

-Por supuesto, casi todos los inspectores de Hacienda podrían dejar de ocuparse de los tipos que vivimos de nuestro trabajo, y concentrarse en controlar lals cuentas de los verdaderamente ricos y potentados, con lo que muchos de estos probos funcionarios perderían su empleo, para dedicarse a otras labores socialmente más eficientes.

-Todos los conductores de vehículos de directivos de empresas privadas como públicas, altos cargos de la administración con derecho a coche oficial con chófer incluído, podrían perder su empleo si sus transportados utilizaran el transporte público y, en los casos más graves de egolatría, condujeran sus propios vehículos.

-Casi todos los porteros de comunidades, secretarias de altísima dirección, conserjes de Universidades, celadores de Hospitales, y similares, podrían emplearse de forma más eficiente que la llevar cafés a las reuniones, desear los nuevos días a los jefes, revender patatas fritas y cocacolas y otras funciones de apoyo, si sus mandantes ejecutaran tales labores por sí mismos.

-Por supuesto, los altos ejecutivos y responsables de actividades comerciales de mayor alcance, podrían dedicarse a otras cosas si no tuvieran que realizar penosas labores de persuasión, penosas comidas y libaciones incluídas, de sus potenciales clientes, trabajos a los que habría que añadir la entrega de maletines, sobres e involutos, con peligrosidad penal incluída.

-Naturalmente, siquiatras, sicólogos, sacerdotes, visionarios, médiums, etc., perderían la mayor parte de sus clientes si la sociedad no fuera tan estresante para el individuo, y las gentes se comportaran de forma cordial y solidaria con los demás, generando complejos de culpabilidad, justamente en los más vulnerables y sensibles.

(Continuaremos, obviamente; esto no acaba aquí)

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