Desde la acribia: condiciones para triunfar
La acribia (o acrivia) es una palabra hermosa, caída en desuso, por la que se caracteriza el rigor, la exactitud, el cuidado por la palabra precisa, con que se ha dotado un escrito. Alvaro D´Ors, maestro del Derecho, la designaba como una cualidad imprescindible para el jurista.
En esta época de internet y del consumo, no está de moda escribir con acribia, sucumbida ante la improvisación, la ligereza y el descuido formal.
El 8 de marzo de 2011, Gaspar Ariño Ortiz, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Madrid, y respetada referencia en el mundo de la abogacía y experto, por sus buscados dictámenes, en la no siempre cómoda labor de ayudar a dilucidar lo que es justo a partir de lo que es legal, sacó a pasear la palabra en el salón de Actos del Club Español de la Energía.
La ocasión era la presentación de un Tratado de Derecho del Gas Natural (Ed. Marcial Pons, dic. 2010) que había escrito Iñigo del Guayo Castiella, también catedrático de Administrativo, en la Universidad de Almería. Con acribia, dijo Ariño que había sido escrito el libro, y caracterizó al autor como "un lujo de España".
Como Ariño tiene tablas más que suficientes para seducir al auditorio, les robó la parte más dulce del protagonismo a otros teloneros ilustres: ni más ni menos que María Teresa Costa (presidenta de la CNE, que estuvo didáctica y comprometida en su disertación, y a cuya charla dedicaremos otro comentario) y Antonio Llardén Carratalá, presidente de Enagás, quien condensó en unos magníficos 15 minutos el panorama actual y el inmediato futuro en relación con la creación de un mercado organizado del gas.
Atribuyó Gaspar Ariño, a su discípulo catedrático, (quien confesó luego haber vencido -ante tantos elogios- la "tentación de huir", para someterse, al cabo, a decir lo que tenía preparado), "las cuatro condiciones para triunfar: disciplina, focus, passio, patientia". Glosó la idea sin acudir a papeles. No le hacían falta, pues no era la primera vez que este avezado polígrafo, culto y socarrón, recurría a tal mensaje de sabiduría clásica para aconsejar a nuevos navegantes.
Fue fórmula segura para ganarse al público y recoger los aplausos más intensos, de una Jornada que Juan Bachiller Araque, anfitrión del encuentro, no dudó en calificar como la más brillante que se había realizado en el Club desde que él había asumido su Dirección General, felicitando a los asistentes por haber sido testigos de ese evento.
No nos regalaron el libro, así que poco podemos decir del objeto material del evento, y menos con acribia. Por las esencias esbozadas, promete; y en la separata nº 30 de Cuadernos de Energía, el propio autor hace un resumen de sus diez capítulos, avanzando propósitos y algunos contenidos.
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