Con fabes y con sidrina, non fai falta gasolina
Ibamos a titular este Comentario con el más técnico eslógan de "Con aerogeneradores y coche eléctrico, solucionado el problema", pero, a última hora, nos pareció que ese otro recogía mejor el espíritu inconsistente que se ha colado entre los asesores, los pagados como los espontáneos, del Gobierno español, en desgraciada desbandada intelectual.
Hay que decir, de inmediato, aunque nos duelan prendas por lo que implica tan desolada visión, que el horizonte de las ideas está yermo tanto a derecha como a izquierda, aislados los reductos de sensatez rodeados por indios que lanzan flechas contra los carros y ululan amenazando con cortar las cabelleras.
Una visión en la que toda la electricidad sea proporcionada con aerogeneradores y en la que la mayoría de los vehículos movidos por derivados gasoil o gasolina sean sustituidos por otros con baterías recargables, parecería propia de un émulo de Julio Verne, que quisiera divertir a los seguidores juveniles y, de rebote, aaspirara a pasar a la historia de la literatura de ficción como un clarividente imaginativo.
En la presentación del Informe Cambio Global España 2020/2050, se abrieron, al final, 20 minutos de coloquio, en las que hubo dos intervinientes muy especiales, ambos ingenieros de minas, que, a contracorriente de la curia que oficiaba, formularon sendas serias objeciones al modelo propuesto.
Lo hicieron, como ha de ser la norma en cualquier formulación técnica, de forma educada y serena, sin alardes demagógicos. Lo que sucede es que, si sus argumentos forman parte del futuro debate necesario, el hueco que se les dispensó resultaba ridículo; y si (como pudiera parecer) ya han resultado fagocitados por la fuerza de la opinión mayoritaria y mejor fundada, su manifestación pudiera sonar a la de un residuo vencido, al que se concede, cortésmente, el derecho a la última palabra antes del cadalso.
Nos parece que lo que está sucediendo en España es que no hay debate, porque no hay deseo de debate; falta, también, un coordinador, un Comité o Consejo ciudadano que promueva las opiniones, valore argumentos y efectos económicos y sociales, y proponga o tome él mismo decisiones, actuando en claro beneficio de la colectividad y no de iluminismos.
Alberto Carbajo, director de distribución de Red Eléctrica, expuso por enésima vez, que la energía eólica necesita una energía de soporte que garantice cubrir las necesidades de la red, absorbiendo las diferencias entre la producción y el consumo. Es decir, no será posible jamás llegar a un 100% de producción eólica, considerada como única fuente de suministro.
La respuesta de Joaquín Nieto, cuya cualificación académica no nos consta expresamente (en su currículum de sindicalista figura un Premio como periodista ambiental) fue algo así como "Alberto, lo estás haciendo muy bien, pero has pronosticado otras veces que era imposible lo que que habéis acabado haciendo, lo que prueba que necesitáis que se os pongan retos, para estimularos. Estoy seguro de que encontraréis la solución al problema".
Antonio González, director técnico del Foro Nuclear, se concretó en una aparente contradicción del Informe: renunciar a la energía nuclear para España, cuando se hace notar que las medidas a adoptar deben contar con un contexto globalizado, y en ese mundo global, la energía nuclear es uno de los factores con los que cuentan los países con mayor desarrollo.
En este caso, no fuimos capaces de apreciar un comentario específico desde la mesa. Después de todo, debe bastar a la docta audiencia intuir que se trata de una energía que no es sustentable, que depende de minerales de importación y escasos en el mundo, que sus centrales son peligrosas y que, ah sí, los residuos radioactivos tienen una duración casi infinita y provocan efectos letales o gravísimos sobre las poblaciones, como se sabe desde la bomba atómica de Hiroshima y la explosión de Chernóbil.
Por fin, la ciencia se ha unido con el saber popular para hacernos avanzar, seguros, en la senda de los despropósitos. Mientras la masa descansa tranquila y confiada (quizás), la mayor parte de los que saben de energía y trabajan en la investigación aplicada, se retiran cada noche a sus casas, con la sensación amarga de haber perdido la batalla del futuro, mientras se les pone toda la responsabilidad del presente en sus manos y cerebros.
Esclavos por su superior conocimiento, parias de la irresponsabilidad colectiva, que confunde lo que sería deseable con lo que nos conviene y podemos.
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albert -