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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la sana envidia y los sabios consejos de almanaque

Por supuesto, la sana envidia no existe, porque la envidia es siempre ponzoñosa, perversa, quema el espíritu de aquel donde se aposenta.

Tampoco existen -en este caso, por extinción de su soporte físico- los sabios consejos de aquellos almanaques de sobremesa, que te obsequiaban cada día con una frase rotunda, atribuída por lo general a personajes cuyos nombres te sonaban a cultura, y que parecía que se habían pasado la mitad de su vida ideando combinaciones esplendentes de sujeto-verbo-predicado.

Los consejos no se encuentran en los almanaques, pero no hay escasez; al contrario. A poco que se baje la guardia, se encontrará con alguien dispuesto a espetarle uno o varios.

Las dos diferencias que el lector habrá ya descubierto entre las frases impresas rimbombantes y la que nos regala el vecino de al lado, son, sin duda éstas: una frase de almanaque tiene un montón de destinatarios potenciales desconocidos y, por tanto, no tiene porqué adecuarse -salvo casualidades- a nuestra situación particular; y, en segundo lugar, lo que nos aconseja un bípedo al oído -se lo hayamos solicitado como si no- es casi siempre exactamente lo que no vamos a hacer.

"Te aconsejo que vayas a tu jefe y le digas claramente que no vas a aguantar ni un día más esa explotación; que te despida si se atreve". "Deja de llamar a tu novio por unos días, hazle ver lo importante que tú eres para él. Verás como viene después a comerte a la mano". "Te aconsejo prolongar la vida de las centrales nucleares; ahorrarás dinero al país y, además, mantendremos los conocimientos en una tecnología imprescindible." "Distánciate de ese personaje; aunque aparentemente cuente con apoyos en su región, no hará más que emponzoñar la imagen colectiva del Partido". Etc.

No hay que descuidar tampoco la guardia ante la posibilidad de que el que nos aconseja, lo que, en verdad, tiene contra nosotros, es envidia. Lo que convierte al consejero en retratado y ha de servir para elevar nuestra autoestima. Imaginemos el poder que otorga a un individuo desayunarse, al empezar el día con frases como: "Prefiero dar envidia a dar lástima" o, aún mejor: "Si feo te envidian, guapo te matan",  y, ya con esencias extramundanas, este redondo aforismo: "Los débiles, envidian; los fuertes, admiran"...

No debemos subestimar, con todo, a quien nos da consejos, porque puede que nos esté poniendo a prueba, ya que "Hace falta más sabiduría para aprovechar un buen consejo que para darlo".

En fin, que quien aconseja no tiene porqué ser ni envidioso ni experimentado, por aquello de que "Un mal escritor puede ser un buen crítico, por la misma razón que un mal vino puede hacer un buen vinagre", aplicado al tema que hoy nos ha ocupado. También del más incompetente ejecutor pueden venir ideas de lo más aprovechables.

No es, ni mucho menos, lo habitual. Del exterior a lo que nos preocupa, lo que más se hace notar, es el ruido.

1 comentario

Miguel -

Está lleno el mundo de gurús de los más peregrino, que ven los toros desde la barrera. Por suerte, con los años voy aprendiendo a descubrir esos personajes y hacerles el caso que se merecen. Ninguno :)