Sobre la vida como espectáculo de variedades
Parecería imposible clarificar las prioridades, bajo la presión de tanta información disponible, y tan variada.
¿Cómo decidir si es más importante la lesión de Messi debida al patadón de un colega enrabiado que las inundaciones con muertos en Croacia o en Bangladesh, quien sabe si atribuíbles al cambio climático?
¿Atraerá más atención la visita del Papa católico al Reino Unido, incluídas sus prudentes elucubraciones sobre la afición pederasta de alguno de sus lugartenientes o será preferible situar en primer plano la foto quesloqueimporta del presidente Zapatero dándose un apretón con el hijo de Hassan II?
¿Será cosa de poner a caldo ese períódico tenido por serio cuando elogiaba la transición española a la democracia (o hacia lo que fuera) y vituperable ahora por comparar a las ministras españolas con las velinas del presidente Berlusconi?
¿Podrá ser más interesante seguir contando las interioridades morbosas de la vida de unos mineros secuestrados por la mala suerte en una mina chilena o habría que poner una pincelada más sobre el holocausto irakí a la mayor gloria de la desfachatez internacional?
¿Querrá alguien que se le ilustre mejor acerca de los miles de personas que se mueren de desnutrición, cada día, en Etiopía o preferirá conocer la alineación del Barça o del Athleti de mañana?
¿Habrá que mostrarse en contra de la petición de condena a muerte del bloguero iraní Husein Derajshan, de la lapidación por adúltera de su santa compatriota Sakineh Ashtianí -injustificable, Alá y sus ayatohlas nos perdonen la intromisión, incluso aunque fuera ella quien hubiera ordenado estrellar aviones contra las Twin Towers-, o será más apropiado presentar el dramatismo del temperamental rechazo a un silo nuclear por cualquier ciudadano que se precie de practicar devotamente la filosofía nimby?
Son demasiadas opciones, para elegir sin titubeos las que pueden llamar mejor nuestra atención de espectadores. Porque, para qué darle más vueltas, a la hora de decidir acerca de las prioridades, actúan/actuamos como si la vida fuera un espectáculo de variedades.
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