Sobre la capacidad de la euforia para relanzar la economía
Cuando estamos optimistas, nos animamos a consumir más. Tomamos la decisión de comprar el traje o los zapatos que nos parecían bonitos pero demasiado caros; nos damos el lujo de acudir a un restaurante de moda sin mirar el lado derecho de la carta; hacemos más llamadas telefónicas, preparamos con mayor ilusión las próximas vacaciones; etc.
Además de esos ejemplos de andar por casa, ¿los empresarios propietarios de los grandes grupos, también toman decisiones más arriesgadas o se permiten aventuras económicas haciendo menos caso a sus directores financieros, después de tomar unas copas de Moet Chandon, firmar la reconciliación con su ex, o -esto sí que es un buen ejemplo- después de que el equipo de sus sueños se haya calificado para jugar la final del campeonato mundial de fútbol?
Lo sentimos, no tenemos la contestación. Algunos visionarios de los que no dudan en inventar una cifra para dar respuesta a una elucubración, insinúan que si España ganara el mundial de fútbol, se podría mejorar el pib en una décima.
No es mucho. La venta de camisetas rojas y azules con los nombres de los hérores, de banderitas rojigualdas, de Calimochos, tintos de verano y -permítasenos la pícara licencia- de preservativos, parece que sí ha aumentado.
Si la última estimación se relaciona con el espacio muestral total, podríamos inducir que el número de niños que nacerán en abril de 2011 habrá aumentado y que, si seguimos ganando campeonatos todos los años, recuperaremos la forma de pirámide de la distribución de edades -hoy por hoy, en alarmante forma de boa que se tragó un burro- y, a partir de 2050, aproximadamente, podríamos pensar, al fin, en jubilarnos, al poder cobrar las prestaciones sociales correspondientes, como han podido disfrutar, hasta ahora, nuestros predecesores. Habríamos cotizado...calcule Vd. su caso, estimado lector.
Es una apuesta arriesgada, pero no nos queda otro remedio que confiar en que la salvación económica vendrá por pelotas. Las nuestras o las de los otros. La hoja de deberes impuesta por la UE a Grecia es un modelo que puede fotocopiarse si las euforias no se traducen en aumentos de productividad, eliminación de despilfarros y concentración del gasto útil.
Si tiene dudas, no será preciso que recurra a los mejores gurús del panorama económico mundial; pregúntele a su tendero.
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