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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la presencia de la Reina Sofía y Rafael Nadal en el Roland Garros

El Roland Garros del 2010 ha sido ganado por el tenista español Rafael (Rafa) Nadal. Es un trofeo de antigua raigambre que, desde hace algunos años, está patrocinado por IBM. El torneo de este año de referencia fue especialmente emotivo para el aficionado español, pues el admirado deportista Nadal volvió a situarse en el número 1 mundial de entre los practicantes profesionales de este juego de pelota.


Como es sabido, en España no sabemos bien qué hacer con nuestra Monarquía. Defendida la institución por la Constitución Española, el español con tendencia republicana se ha encontrado con dos realidades molestas: Una, la constatación histórica de que, cada vez que nos hemos embarcado en una aventura republicana -salvo en la época romana- nos ha ido mal; otra, la prueba fehaciente , para quienes son capaces de ver con ojos limpios a través de las telarañas ideológicas, de que tenemos una magnífica y sorprendentemente versátil Familia Real.


Formada para el cargo, simpática y, por tanto, querida por el pueblo llano, valiente y hábil para con los que se desmadran, aunque sean teóricamente de los suyos -23-F-, y respetada, por complejos motivos, por el variopinto elenco de mandatarios internacionales.


Pero cuidado, con enseñar mucho el plumero de la vulnerabilidad, que es aquello que nos hace a todos iguales y reniega de las diferencias de cuna. Bien está, porque ocultarlo sería de necios en esta época, que los Reyes y sus Principescos e Infantescos retoños muestren su lado humano; nadie se creería hoy, salvo en desgraciados pueblos incultos, que los monarcas y Dios andan de la mano.


Ese lado humano, sin embargo, no debiera prodigarse ni ser el único que se muestre, para no caer en lo simplón. Debe conservarse un halo importante de misterio, de ocultación, para no correr el riesgo de que la gente entienda que el Rey va desnudo, es decir, que es simplemente, uno de los suyos, con todas las consecuencias.


Lo ha demostrado (en un desliz o mal aconsejado) SM El Rey alabando la Sanidad pública después de una intenrvención, con todas las garantías reales, en el Clínic de Barcelona. Lo ha demostrado (en otro desliz, este especialmente incomprensible) SM La Reina, asistiendo, junto al Presidente Zapatero (este en caída libre, física y síquica) en la reunión del clan de los Bilderberg.


Pertenece al mismo conjunto de deslizamientos la aparición de SM La Reina, acompañando (¿o acompañada?) a un Secretario de Estado que vive de acudir a encuentros lúdicos en los que pueda haber ganancia, -el Sr. Lissavetzky-, y, sobre todo, hay desliz en sus declaraciones posteriores, a las que no estaba ni obligada, puesto que tampoco las hace cuando visita un centro de investigación, una Universidad o una empresa de alta tecnología.


La afición a los deportes de la Familia Real española puede justificar la presencia de su sangre azul en ciertos acontecimientos que prefieran no seguir por la tele. Desde aquellos en que las actitudes realengas son más pasivas, como el fútbol, hasta aquellas en las que se muestran -algunos de miembros- más activos, como la vela o la hípica; desde los espectáculos más cruentos y bastante controvertidos, como el toreo, hasta los incruentos y casi unánimemente plausibles, como el fútbol sala o el baloncesto. 


En esa línea se puede entender, decimos, la presencia de SM la Reina Sofía en París, para ver jugar a Nadal.


Lo que no nos resulta tan inteligible es que, al término del certamen, conceda declaraciones para afirmar que "Me hace feliz que vuelva a ser el número uno". Mejor resulta, desde el punto de vista formal, esta otra expresión, en plural mayestático, que también se le ha oído, comunicada directamente al súbdito vencedor en el torneo: "¡Enhorabuena! Por fin has conseguido de nuevo el nº1. Estamos contentísimos. Es para España un orgullo tener un tenista así".


Analizándolo todo, cabe la duda: ¿No hubiera estado S.M. mejor callada? Sonriente, feliz, pero callada...


Anótenlo, si les place, los asesores de imagen. Valoren, para próximas ocasiones -que las habrá, felizmente para el deporte español-, qué es lo que conviene que haga, diga, manifieste, exteriorice o simplemente deje intuir, de lo que piensa, ama, hace -tanto con los afectos como con los dineros-, la observada, criticada, querida, adorada, imprescindible, magnífica, Familia Real española.


 

1 comentario

Maria -

Querido Blogero: No se que ha querido decir, discúlpeme.
La Reina ha hecho muy bien acompañando a Rafa Nadal; un deportista que tiene todas las virtudes que se suponen a los grandes del deportes y a los grandes de los humanos y que es español a secas, nacido en Manacor.
Ese chico merece que lo aplauda la Reina, yo, usted, pero , bueno, a nosotros ya nos representa la Reina.