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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la ignorancia supina en el decúbito prono

La ignorancia supina es una metáfora dialéctica a la que, de cuando en cuando, acuden los representantes políticos para descalificar los argumentos de contrario.

En la política superior, han sido descubiertos como detentadores de ignorancia supina (por el presidente de Gobierno español, Zapatero), por ejemplo, quienes se opusieron a la aplicación de la directiva europea que pretendía facilitar el retorno de inmigrantes ilegales, y que fija el período máximo de retención en 40 días.

Recientemente, en la política menor, el portavoz del Partido Regionalista de Cantabria ha denunciado ignorancia supina en el líder regional del PP, Ildefonso Calderón, que creyó detectar -hace un par de semanas- sucursalismo y servilismo en sus actuaciones. Hace ya unos cuantos años (1993) el entonces ministro de Economía, Carlos Solchaga, la descubrió en el Partido Popular, cuando amenazó con una querella si no se formaba una comisión de investigación por el caso Kio.

Los casos de ignorancia supina reconocidos por quienes alardean de tener un conocimiento exhaustivo de toda la situación, desde la jurisprudencia, a la técnica o a cualesquiera combinación de los elementos que sirven para juzgarla, no son, afortunadamente, muchos. Pero, cuando se desea evitar llamar sencillamente imbécil, tontoelhaba o tontoelculo al opositor ideológico, es preferible referirse a su ignorancia supina.

Lo que no hemos visto utilizada es la expresión decúbito prono para designar a aquellos que están, por voluntad propia o la presión de los hechos, boca abajo y sin intención o posibilidad de defenderse.

La ignorancia supina en el decúbito prono tiene que ser algo próximo a la ataraxia, un estado de felicidad absoluta. Combina el no saber con el no actuar. Nuestra sociedad está a punto de alcanzar esa categoría superior de la estulticia acomodaticia.

 

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