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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el modelo de democracia norteamericana y lo que le queda

Los incondicionales defensores del modelo norteamericano han defendido siempre a ese país como modelo de libertades, ejemplo de oportunidades en el que, con su trabajo y esfuerzo, se puede llegar a lo más alto, independientemente de lo bajo que uno estuviera al comenzar a subir la escalera del ascenso social y económico.

La realidad contradice, por supuesto, a la ficción, aunque haya ejemplos de superación encomiables, por más que nunca sabremos exactamente que trabajos y hatajos han utilizado los triunfadores para llegar hasta arriba.

La fotografía del 29 de enero de 2009, del presidente Barak Obama abrazado a Lilly Ledbetter, una mujer de Alabama que luchó tozudamente para cobrar igual salario que sus colegas masculinos, viene a demostrar que en algunos logros, los norteamericanos andan a remolque. La ley que ambos celebran efusivamente garantiza que, en Estados Unidos, no se podrá ya discriminar en las relaciones laborales por sexo, raza, religión o edad, y que por el mismo trabajo habrá de percibirse idéntico sueldo. Hasta ahora, había suficientes resquicios legales para que esa reclamación, como en el caso de la Sra. Ledbetter, no prosperara.

Existen otros ejemplos, aún más flagrantes, que vienen a corroborar que las discriminaciones existen, no ya para cobrar lo mismo que el compañero más favorecido si se tiene un trabajo equivalente (Lilly era supervisora de planta de Goodyear, lo que suena a una cierta responsabilidad), sino cuando no se tiene trabajo alguno.

Las escasas prestaciones sociales en Norteamerica, la existencia de amplios guettos de marginación, las dificultades para el ejercicio de una limitada libertad sindical, los bajos salarios para los trabajos basura con los que se acoge los inmigrantes ilegales, la práctica ausencia de voluntad de integración real para negros y asiáticos, la obsesión por dotar de voluntad y designio divinos a lo cotidiano como a lo trascendente, y la existencia de bolsas de economía sumergida inmensas , son otras evidencias de lo mucho que le queda al presidente Obama y a su equipo de renovadores para aproximarse a un verdadero estado social de derecho.

De momento, en los países más avanzados de Europa en derechos y tolerancia, tocan a rebato de contención. En el Reino Unido se reclama un mayor proteccionismo, que favorezca  los trabajadores locales ("British jobs for british workers").

Aquí, dos representantes de partidos enfrentados en el Congreso coinciden en su propuesta anti-libertades: Miguel Sebastián y Carod Rovira abogan por el proteccionismo. Consuma productos locales, dicen ambos, utilizando sus propias jergas de lo que entienden por lenguaje político. Coinciden, no ya entre ellos, sino con el presidente Barak Obama, que ha conseguido la aprobación de una ley -el 28 de enero de 2009- que, para reactivar la economía, promueve el apoyo a los proyectos que fomenten productos made in USA.

Prepárense, pues, bienpensantes, para ver cómo en el mundo se da una vuelta de tuerca hacia atrás al modelo de tolerancia y globalización. Los tiempos de vacas flacas hacen soplar vientos poco solidarios, incluso en Europa, presunta cuna de libertades curadas de espantos.

Se pueden hacer predicciones fáciles: Davos terminará sin conclusiones, el deterioro ambiental tendrá que esperar mejores tiempos (si el Tiempo con mayúsculas nos lo permite) adornado con buenas palabras, y el dinero reclamará más seguridad para volver a salir al escenario a hacer de las suyas. Y más seguridad para el dinero, significa un mundo del trabajo menos reivindicativo.

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