Sobre propósitos sencillos para el Año Nuevo
La tentación de la fecha -el comienzo de un nuevo año- anima a muchos a plantear propósitos que no realizarán, bien porque no van a poder cumplirlos o porque se olvidarán de los mismos al dar la vuelta a la segunda esquina del día. Desde dejar de fumar, hacer ejercicio, dedicar más tiempo a la familia, adelgazar veinte kilos o bajar la basura antes de acostarse, la variedad de invenciones de los seres humanos para imaginar que podemos cambiar a golpe de cornetín de calendario es elevadísima.
Recogemos aquí algunas ideas sencillas para el Año Nuevo, por si sirven como pauta para extraer propósitos de la enmienda que aplicar en el año que hoy comienza:
1) Decir a nuestros amigos que los queremos, que estamos felices de contar con ellos, de saber que se preocupan por nosotros.
2) Hacer ver a quienes no nos aprecian que nosotros no tenemos ningún motivo para odiarlos, porque no hay nada que nos resulte más importante que nuestra tranquilidad de espíritu
3) Expresar a nuestra pareja que lo más hermoso que nos ha pasado jamás en nuestra vida es tenerla a nuestro lado
4) Empezar a leer los periódicos todos los días por las páginas de internacional y tratar de encajar la valoración de esas noticias con las cosas que nos preocupan
5) Emplear esfuerzos cuantificables -en tiempo y en medios- para mejorar algo la existencia de personas concretas
6) Visitar a los ancianos de nuestra familia o, al menos, llamarlos por teléfono con frecuencia, dejando que nos hablen de lo que ellos quieran. Si los ancianos escogidos son de otras familias, apúntese valor triple.
7) Hacer el esfuerzo de decir un par de veces cada día lo que nos parece mal, y a la cara del autor, no a sus espaldas
8) Aprender a llorar con las penas de los demás
9) Empezar a sentir vergüenza cierta cuando gastamos dinero en lo que no nos es imprescindible, y compensarlo con la donación de la misma cantidad a una organización no gurbenamental (no una cualquiera...una que sepamos con certeza lo que hace con el dinero)
10) Viajar con la imaginación, y disfrutar leyendo mucho, hablando más, sonriendo a menudo, riendo como cuando éramos niños.
Seguro que al lector se le ocurren muchas otras ideas.
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