Sobre la mierda
Mierda es una palabra que, hasta no hace mucho tiempo, pertenecía al grupo de las innombrables, o mejor, de las inescriptibles. Como joder, cojones o coño, aunque en un nivel más modesto´.
Hoy, todos los libretos contienen varias veces estas palabras, combinadas en expresiones que pretenden trasladar el lenguaje de la calle a los libros, a las series de televisión, a los teatros. Hay un perdedor en esta historia: los puntos suspensivos.
Mierda y puntos suspensivos guardan un equilibrio compensatorio que se ha roto manifiestamente a favor de la mierda, joder y coño, entre otras palabras vencedoras. No se ha enriquecido con ello, desde luego, el lenguaje. Dicen que ha ganado en naturalidad. Para nosotros, ha perdido en altura, en riqueza expresiva.
El ascenso de la mierda, simplemente, una muestra más de la cortedad intelectual que acecha en esta época, en donde con unos pocos cientos de palabras ya somos capaces de cubrir nuestra panoplia de sentimientos y pareceres.
"Me parece una mierda", "Joder, casi me mato" o "Estoy hasta los cojones", son, desde luego, una muestra del lenguaje natural. Reflejan el riesgo de sepultar bajo exabruptos, vacuas frases hechas o expresiones sin contenido intelectual a la búsqueda de una simpatía gregaria, la necesidad de pensar, de ser precisos, de analizar con cuidado, compromiso e inteligencia, lo que nos rodea, emitiendo juicios personales sobre ese entorno y sus consecuencias.
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