Sobre el factor R en el entramado energético gallego
Como las estrategias empresariales cambian, no solamente con los tiempos, sino con los dueños, la compra de la participación de ACS en Unión Fenosa por Gas Natural, y la fusión de ambas empresas, supondrá la pérdida de algunas plumas en el camino. Las más significativas son la desinversión en la proveedora de Internet y telefonía por cable "R", que tanta tinta atrajo hace muy poco tiempo -fue fundada en 1998-, como una de las bases para la diversificación de la eléctrica tan vinculada al desarrollo de Galicia, y la venta de su participación en Indra, que tiene en A Coruña su mayor producción de software.
Fenosa deja de ser, desde luego, una empresa con el corazón gallego, y cede su liderazgo a CaixaGaliza, mientras se recompone el entramado de afectos político-empresariales regionales, donde no habrá que buscar otro grupo al que ceder el testigo de ser el motor tecnológico. No faltan candidatos.
Pero no son los únicos cambios de estrategia de los nuevos dueños. Al ser convertida Fenosa en filial de la primera gasista del país -cuando ella era hasta ahora la segunda distribuidora y fuerte competidora-, el panorama del gas se simplifica, y aparecen redundancias y sinergias. Simultáneamente, se hacen giros y piruetas en el camino que encuentran algunos de los argumentos antes denostados. La dirección de Gas Natural considera, por ejemplo, ahora básica la planta de Reganosa, en Mugardos, que está dedicada a la regasificación, cuando venía defendiendo que era innecesaria cuando la propuso Unión Fenosa.
También se revisará la inversión del nuevo grupo, para evitar duplicidades, notorias en las centrales de ciclo combinado, y en los proyectos de energías renovables que, a medida que se va entendiendo que no son la solución genial para el déficit energético español y que los ciudadanos y el Gobierno no están por la subida de las tarifas eléctricas, pierden fuerza estratégica.
La nueva empresa, con sede en Barcelona, invertirá por tanto solo 8.000 millones de euros (frente a los más de 20.000 que pensaban invertir ambos grupos antes de la fusión, hasta 2012), y se sentará a verlas venir.
Para los gallegos, la desinversión en la proveedora de internet, vendida como un eje de futuro en las comunicaciones para la región, les coge con el paso cambiado. Pero como los políticos se aúpan sin dificultad a cualquier tren en marcha, siempre que prometa llevar a alguna parte, no dudamos que el gobierno autonómico gallego encontrará capital para mantener ese buque insignia, ahora desprovisto de su bandera de conveniencia.
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