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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el cambio climático y su rentabilización

El cambio climático se ha convertido en uno de los elementos de conservación popular, al que se atribuye cualquiera de los fenómenos atmosféricos que, en otras circunstancias, hubieran sido calificados -seguramente- de normales.

Se ha olvidado aquello de la "pertinaz sequía" y no se tiene en cuenta la concreción de la sabiduría popular en refranes como "hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo", que son más antiguos que todas las series históricas de indicadores hídricos conocidas.

Que el clima y sus variaciones ha sido siempre objeto de preocupación lo demuestra la propensión a buscar culpables de esa mutabilidad, juzgado como imprevisible. Los "hombres (y mujeres) del tiempo" han sido objeto de burlas y menosprecios, cuando emitían afirmaciones contundentes sobre el tiempo atmosférico futuro. Hubo quien tuvo que perder su bigote por jugárselo a la carta del clima. No hay que olvidar tampoco las plegarias a los dioses reclamando lluvia en épocas de siembra y sol en los momentos de recolección, porque pocas veces llueve a gusto de todos, y casi nunca a favor de lo que desean los agricultores.

Consecuentes con la necesidad de buscar un buco emisario a las veleidades del clima, otro dicho popular dogmatiza que "si chove como si fai aire, tóa la culpa tiénla l´alcalde".

Pero, como los tiempos avanzan -que es una barbaridad-, a pesar de los informes de las plataformas para el clima y del supuesto consenso científico, muchos están todavía persuadidos de que la culpa del cambio climático actual, la tienen Al Gore y su concierto de gentes ávida dolar, que estarían pretendiendo convencer al personal de que tal entelequia existe, su momento crítico es peligrosamente vecino a nuestra época y, ya en el colmo de la desfachatez, nos insinúan que podemos controlarlo si nos apretamos el cinturón energético.

En fin, tomen las cosas por la vía de un práctico consejo: si tienen liquidez y quieren aprovecharse tanto del bajón del sector inmobiliario como del temor a que la hipotética subida del nivel del mar deje sumergidos en sus aguas a muchas primeras líneas de las playas, analicen las curvas de nivel de las costas, y compren allí donde en veinte o treinta años, según dicen, se vayan a disfrutar de las mejores vistas del océano.

Eso sí, tengan en cuenta que con el avance de la contaminación, es posible que no puedan abrir las ventanas. Pero siempre se podrán compensar con algún  ambientador con olores a bosque de pinos, que a saber si nos quedarán muchos para entonces.

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