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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la delincuencia agresiva en España y la seguridad ciudadana

Al polifacético médico no ejerciente José Luis Moreno le han molido a palos por negarse a dar la clave de acceso a sus cajas fuertes. No le sirvieron ni los guardias de seguridad de su palacete, ni su fiel y, por lo que parece, volátil y cobardica, servidumbre. Una banda de gentes del este (albano-kosovares?) le rompió varios huesos y se ensañó con él. El conocido presentador de TV, y admirado ventrílocuo, se resistió, dice, a que le allanaran la morada.

No es caso único, aunque por la relevancia social del personaje ha alcanzado máxima difusión. Son ya demasiado frecuentes los episodios de asaltos a casas particulares, en las que una banda de gentes armadas y sin miramientos, irrumpen en la tranquilidad de los otros, les apalean para garantizar que les cuentan donde guardan joyas y dineros, y se van en unos minutos por donde han venido. Locales comerciales de postín, qué más da si situados en pleno centro de las ciudades, sufren asaltos, incluído el espectáculo circense de estrellar un coche que no es de los delincuentes contra la vitrina a prueba de golpes.

Los responsables de la seguridad ciudadana, que pagamos entre todos, se esfuerzan en decir que son casos aislados y que, por supuesto, los culpables serán pronto apresados y caerán bajo el peso de la justicia.

Los resultados de estas actuaciones policiales y la proliferación de actos como los aquí descritos, hacen pensar, más bien, que la situación no está en absoluto controlada, y que se está produciendo un efecto llamada, cuyos convocantes son ex-militares de esas zonas de conflicto permanente que bordean la Unión Europea, y que disponen de armas que nadie ha detectado ni retirado.

¿Qué hacer? ¿Debemos armarnos todos para responder a esta guerra de guerrillas en la que los objetivos son las propiedades privadas? ¿Son los guardianes de seguridad, fiables? ¿Tenemos que resignarnos ante la posibilidad de que un día nos asalten, y, en ese caso, rendirnos sin oponer resistencia? ¿Será lo mejor dejar las cajas de seguridad, abiertas, y turrones y bebidas a disposición de los posibles asaltantes?

Nos gustaría que la policía y la guardia civil recuperara su plena credibilidad, arrumbando a esos mafiosos, difundiendo las capturas de los delincuentes cuando se produzcan, y aumentando su presencia efectiva. Y, por supuesto, gozando de una preparación adecuada para contrarestar a estos criminales de nuevo cuño.

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