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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la financiación de los partidos políticos en la oposición

Desde el 6 de abril de 2010, a las 9h, el juez Pedreira ha levantado el secreto de sumario del caso Gürtel, (accesible en página web mediante una clave de usuario y contraseña, proporcionada al ministerio fiscal, letrados y procuradores en sobre cerrado). A pesar de esa medida de seguridad, no hay que dudar que el mayor escándalo surgido en España en relación con la financiación irregular de un partido político será analizado, destripado y juzgado antes de que el magistrado dicte sentencia alguna.

El tesorero del Partido Popular, un ex-presidente de una Comunidad autónoma, el presidente de otra, varios diputados y senadores nacionales y autonómicos y, en fin, los cimientos mismos del partido, están involucrados en una actuación presuntamente delictiva que, por los síntomas (prácticamente, evidencias), ha servido para sostener parte de la maquinaria del partido de la oposición, además de, -igualmente a falta de ser probado o desmentido en los Juzgados de lo Penal-, haber ayudado algo a las economías particulares de quienes se jugaron el pescuezo en las maquinaciones y arreglos financieros.

Este material informativo de tan maloliente catadura será utilizado ahora por la prensa, tanto canalla como devota, para cebarse en detalles y más detalles de la historieta, bien para intoxicarla con giros y retruécanos, o para apuntar directamente a la cabeza de los altos personajes de la política que se hayan visto o se quiera ver involucrados en la investigación penal.

Como no tenemos intención de rasgarnos las vestiduras a estas alturas del guión, ni de aportar nuestras voces plañideras al coro de quejumbrosos, preferimos recordar el grave problema no resuelto de la financiación de los partidos políticos. Los partidos son el eje representativo del pueblo en la democracia española y, con su modelo actual, se favorece la "profesionalidad" de quienes se dedican a la política. 

También conviene analizar las consecuencias de la falta de verdadero control sobre los temas económicos que se realiza desde las instituciones pertinentes, con sesgo distante de ser equitativo (sospechamos que se investiga más a las clases medias y a los asalariados que a los grandes patrimonios y sus rentas) y, desde luego, clama al cielo, la falta de visión respecto a lo que hacen los compis en torno al dinero, tanto colegas de Gobierno como del propio partido.

Mientras la política sea vista como una carrera profesional a la que se acude tempranamente para ir medrando paso a paso o zancada a zancada, mal podrá evitarse toda esta problemática. El político pensará en su futuro, y apuntará a dedicarse a la vida empresarial privada cuando tenga que dejar su cargo público, para lo que tenderá sus filias en los lugaras que le parezcan adecuados.

Si su partido pierde las elecciones generales, se refugiarán los más significativos tripulantes de la nave política al abrigo de lo que pueda obtenerse de los puestos públicos que les hayan quedado, y tratarán de obtener las mayores prebendas posibles. No se engañe nadie: si hay corrupción (digamos, simplemente, porcentajes que se entregan bajo cuerda a los adjudicantes de proyectos y trabajos) es porque existe flujo importante de dinero negro en el país, y los optantes a las adjudicaciones no tienen más remedio que generar una parte del mismo, para obtener con él sus contratos.

No viene mal que casos como el Gürtel destapen redes de financiación irregular y corrupción, y que quienes se hayan visto descubiertos, paguen sus culpas (y, si nuestras elucubraciones fueren atinadas, las de los demás). Que no sirva ese escarmiento, sin embargo, para ayudar a extremar la sutileza de los que creen que la cuestión de la financiación irregular de los partidos es inevitable, sino para reconsiderar la función que sería exigible a los políticos y a los partidos políticos.

Porque la democracia necesita alternancia y es imprescindible, salutífero, que los partidos políticos que hayan tenido responsabilidad de Gobierno, pasen temporadas en la oposición. Es decir, la financiación de los partidos políticos en la oposición debe ser la de todos los partidos políticos.

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