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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el significado de la Navidad para los agnósticos

Hace unos días, un grupo numeroso de jóvenes católicos fanáticos -norteamericanos- aporrearon a tres confesos judíos en un metro -norteamericano- porque no respondieron a sus deseos de Feliz Navidad como esperaban y corresponde.

Los jóvenes judeocristianos, que festejaban otra fiesta litúrgica (la suya), con una sonrisa en los labios, expresaron su felicidad con otro esterotipo, en reciprocidad.

Fue proverbial que un joven musulmán, frente a la indiferencia del resto de los viajeros, se interpusiera para defender a los agredidos que, de otra forma, hubieran terminado mucho peor. Se podía hablar, por tanto, de alianza de civilizaciones contra los incivilizados.

Este suceso nimio nos sirve de pie forzado para un comentario crítico. Las religiones siguen sirviendo de pretexto para algunos para desahogar su agresividad (descalificaciones, bofetones, cuchilladas, asesinatos, atentados, bombas).

No son los creyentes los únicos que pueden ser afectados por fanatismo, ya que también se pueden encontrar algunos agnósticos potencialmente agresivos, pero no se conocen casos de que los afectados por la incredulidad respecto a la existencia de un ser superior omnipresente se líen a tortas contra los que pretenden conocer de la presencia de alguien en el mundo invisible y, además, se jactan de que les va a hacer caso cuando lo necesiten.

La Navidad debiera ser, para los agnósticos, la fiesta de exaltación de su virtud. Tiene mérito conservarse incólumes en el escepticismo, a pesar del esfuerzo de tanto creyenzuelo de tres al cuarto, que, mientras se atiborra de turrón y pavo trufado, pretende convencernos de que están felices de que Dios haya tenido que ser traido a este mundo para recordar a los violentos que tenemos que amarnos.

Triste mensaje divino para una humanidad desorientada: Que hay que ser buenos con los otros, que no se debe hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros. Kant lo dijo después, y seguramente algo mejor, pero no acertó a hacer ningún milagro.

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