Votantes pivotantes
Los partidos políticos son una creación instrumental de la democracia que, adaptándose perfectamente a la parte más oscura de su naturaleza, han conseguido suplantar su esencia.
La gradación de este comportamiento aberrante, podrá ser variable según en qué país de los considerados democráticos, pero no debiera ser obstáculo para que algunos observadores, libres de influencias, apuntemos ciertas verdades incómodas:
-los partidos políticos no representan a la sociedad civil, porque cualquier estructura de intereses particulares deja de ser representativa de la voluntad general;
-los partidos, tanto más cuanto más autonomía económica consiguen, no tienen interés real en representar, y ni siquiera en conocer, esa voluntad general, que queda suplantado por el objetivo de conseguir una mayoría de votantes que les permita gobernar; y
-los partidos evolucionan, en especial cuando alcanzan el poder, en el sentido que resulte más ventajoso para sus élites, engañando u ocultando lo que sea preciso a los que no pertenezcan a ese grupo.
La consecuencia más nefasta de esta adulteración, es la esquizofrenia a la que conducen a muchos votantes. Desorientados por los mensajes, entorpecidos en las ideologías (o sea, las ideas), se convierten en votantes pivotantes. Estos votantes que no saben quiénes son, ni lo que les interesa, ni lo que es mejor (o peor), no son mayoría, pero son suficientes.
Para que, con su voto, se perpetúe la maldad del sistema.
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Plácido Garcia -