A favor de una Secretaria de Estado de Nuevos Proyectos
Si el Gobierno español no quiere crear un nuevo Ministerio, vale. Pero hace ya tiempo (desde bastante antes de que el PP actual hubiera asomado su mano con el hacha de los recortes guiada por la garra de la avidez egoísta alemano-gala) que se necesita para comer una entidad que se ocupe de la cuestión capital: generar empleo en este país.
La manera más rápida de generar empleo, pero la menos eficiente es dedicar directamente los dineros a contratar gente para que muevan el aire: los Ayuntamientos, cuando se les dió algo de dinero para aquel plan tan bien intencionado como ridículo que se llamó ERE (del que aún quedan pasquines) empleó la mayor parte del regalo en recoger a los parados y ponerlos a cortar el césped de las plazas públicas, arreglar los parterrres o poner en pie los bolardos caídos.
Paro crear empleo estable, esto es, eficaz y duradero, es imprescindible tener un Plan. Seleccionar sectores y empresas de arrastre, impulsar a los emprendedores a que incorporen nuevos proyectos en esas líneas de futuro, entrenar en las escuelas de formación y Universidades a quienes habrán de gestionarlos o trabajar en ellos a distintos niveles y, por supuesto, hacer fluir el crédito -¡blando!, esto es, sin garantías personales, solo en la confianza del proyecto-, hacia ellos.
Los crédulos en la posibilidad de instaurar una nueva economía apoyan, con persistencia, las opciones de los proyectos ambientales (esto es, de cuidado del ambiente, en sus diversas formas), como generadores de empleo y riqueza.
He indicado, por activa y por pasiva, que esta idea es, a nivel global, errónea: la incorporación de una externalidad al coste de producción complica, siempre, la viabilidad de una empresa. Los únicos beneficiados son los empresarios a los que se les subvenciona, directa o indirectamente, para que generen actividades de protección ambiental. Cuando se eliminan las subvenciones, el sector muere y los que se encontraron empleados en el mismo se van al paro.
Un sector con futuro es otra cosa: implica la generación de beneficios nuevos para la totalidad de la economía, o una parte de ella que pueda actuar de motor del resto, sin comprometer la viabilidad que tenían, o mejorándola. La incorporación de tecnologías de información, telecomunicaciones, uso de las posibilidades del mundo virtual en el área propia de negocio, son elementos claros que aportan nuevas ventajas a una posición clásica de negocio.
Pero atención, porque aquí viene la mala noticia: aunque las nuevas tecnologías reducen costes y generan nuevas actividades rentables -muchas de ellas, sustitutivas, en realidad, de las convencionales-, lo hacen a costa de sacrificar definitivamente fórmulas de actuación anteriores, que dejan de ser competitivas. Y dejan de serlo, casi siempre, porque necesitaban más empleo; es decir, la aplicación de las nuevas tecnologías genera, en los sectores tradicionales en los que se implementan, desempleo; eso sí, incorporan eficacia y, por tanto, mayor rentabilidad y/o abaratamiento de costes.
Si no tenemos capacidad para generar proyectos en actividades nuevas, lo tenemos mal a corto plazo, y habrá que dedicar dineros e ilusiones a la investigación y desarrollo, para obtenerla algún día. Podemos copiar lo que a otros les va bien, pero no lo aconsejo si no tenemos claro que podemos hacerlo mejor y más barato.
Entre tanto, hay que activar el uso pleno de los recursos que tenemos activos (turismo, servicios, hostelería, producción cerámica, textiles, calzado, alimentación, empresas de mecanización, etc.), tanto en el mercado interior, que hay que preservar a ultranza -arrumbemos los prejuicios que abominan del proteccionismo: no se llamará así, pero cada país protege a los suyos-, como -en este caso, especialmente- en el exterior: apoyando la captación de clientes extranjeros y practicando la técnica infalible de exportar.
Vender allí donde no lo tienen aquello que podemos hacer bien, crear la necesidad donde no existe de lo que nos sobra y extraer los recursos donde no saben o quieren hacerlo con eficacia para compensar lo que nos falta: las tres reglas de oro de oro del éxito en el comercio.
Alguno dirá que todo esto es pan para hoy y puede que hambre para mañana. Puede que sí. Pero estamos en el momento del "sálvese quien pueda". Me parece increíble que no se hayan dado cuenta nuestros gestores que los gobiernos alemanes, franceses -y, cómo no, los norteamericanos- están llevando a cabo una maniobra de distracción sobre los países menos eficientes de la Unión Europea, negándoles créditos y forzando a que acometan cada vez más duras medidas de ajuste, mientras las empresas propias se concentran en la exportación de su propia crisis, invadiendo otros países con sus productos de "mayor valor añadido".
Tente mientras dure.
Y, entretanto, un consejo de supervivencia colectiva: Consuma en su barrio, apoye a los que tiene más cerca. En este paréntesis de la globalización, idea estupenda pero que jamás deberíamos pensar en volver a liderar nosotros, los que pertenecemos a países de segunda categoría tenemos que chapotear en los charcos con menos agua, porque en el mar abierto los que más saben y pueden hacen olas muy fuertes, empujando hacia abajo a los que se aventuran allí sin bote salvavidas y haciéndoles tragar, además, mucha mierda.
2 comentarios
Angel Arias -
El tema de aquellos supuestos emprendedores que captan la subvención y la utilizan en provecho propio y no del proyecto, entra dentro de lo delictivo y, por tanto, deberá ser combatido con la inspección fiscal y las jurisdicciones competentes.
Luis T. -
No obstante, hay otro tipo de industrias (no únicamente relacionadas con el medio ambiente), o mejor dicho, empresarios especializados, que únicamente captan la subvención y luego nada de nada.
Esta subvención puede ser de forma económica, o bien en forma de especie (te recalifico un terreno para esta industria y luego, una vez abandonada la industria, lo utilizas, ya recalificado, para la obtención de otros fondos.
Por otro lado me parece muy acertada la indicación que realizas referente a los créditos, que han de ser blandos, pues hoy en día, aun aportando garantías personales siguen teniendo un valor de 10 en la Escala de Mohs.
Saludos.