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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Entre inocentes

Desde el 28 de diciembre de 2011, todos sabemos el sueldo actual del Rey de España; también, el de su sucesor, el Principe de Asturias. La Casa Real, en un ejercicio de transparencia democrática -según los mentideros de la Corte- ha hecho público lo que se gana por ser Jefe de Estado en este país tan disminuído en los rancios abolengos, y, cada día, con mayor sensación de hallarse en período de ayuno de reconocidos prestigios y brillantes ideas, que es de lo que se come.

No nos ha parecido una buena noticia, sino un despropósito más -no lo calificaríamos de grande: menudo- en la carrera desenfrenada por representar, con bombos y platillos, la caída del imperio tardoromano en versión carpetobetónica y, por tanto, cargando las tintas sobre el aire tristón, y dándole al guión aspecto de improvisado o cutre.

Que los españoles -y todo el mundo, convocado al unísono a la plaza pública- hayan conocido, teniendo al Monarca puesto de rodillas en la picota,  que no merece la pena ser Rey de España, no es mérito, sino miseria. Vale o sirve mucho más en cuestión de los dineros, ser consejero delegado de un Banco calificado de "bueno" por las agencias de valoración internacional, o dedicarse a la reventa de automóviles, o manejar los terrenos de un municipio para darles más valor en los registros, por citar solo unos pocos oficios en boca de todos. No es una buena noticia que el Rey gane poco, aunque muchos opinen que no suda como debiera la camiseta.

Los riesgos son muy altos para una figura que la Constitución define, casi, como decorativa. Por 300.000 euros al año -!brutos!- no merece la pena exponerse a que te organicen un golpe de Estado para derrocarte, cortarte el cuello (o para hacerte cómplice de la conspiración, que es casi lo mismo), no paga el tiro que estén mirando con lupa continuamente tus negocios y los negocios de tus hijos, -políticos o no-, elucubrando sobre si estás detrás de cada asunto un poco oscuro, ni tiene cuenta -por terminar con algo con futuro- que ridiculicen con torpeza insana la vida sentimental del ex de tu nuera predilecta-, por no referirse o que haya varios sitios del país en donde vives en donde no puedes ir más que de incógnito porque te van abuchear.

Ni siquiera te dejan elegir libremente lo que te apetece decir en la televisión -y hay programas de reality show que te ofrecerían una pasta por lo que sabes- y, para más inri, hay algunos tipos por ahí que dicen que no te quieren ver, por lo que representas.

Lo único bueno es que esto del sueldo se ha comunicado el día de los Santos Inocentes, por lo que siempre te quedará el consuelo y la posibilidad de desmentirlo, diciendo que, como sospechamos algunos, se trata de una inocentada.

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