Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la rehabilitación como utility

Decir que donde hay una necesidad hay un negocio, no es una perogrullada, sino una ingenuidad. El negocio se puede plantear solo si existe alguien con solvencia para poder pagar por la satisfacción, total o parcial de la necesidad; y la necesidad puede ser real o provocada.

La rehabilitación urbana es una denominación genérica que abarca varios aspectos con el mismo vocablo. En las zonas antiguas de las ciudades, la rehabilitación supone, en la práctica, la reconstrucción completa del edificio, dejando muchas veces solamente la fachada y, en no pocos casos, reproduciendo mal que bien la antigua fisionomía, en un engaño al ojo y al cerebro del urbanita y del turista.

El abandono de los cascos históricos por una población que desea la comodidad de la periferia, dotada de infraestructuras y mejor ambiente, ha dejado a las almendras urbanas tradicionales, -allí donde tuvo su origen la población-, con el destino de ser durante el día por empleados de oficinas bancarias, lugares de comida rápida y/o típica y comercios multiproducto y sus clientes (que son los artífices de esa rehabilitación), y por la noche, refugio para desarraigados y turistas despistados, que conviven a diferentes niveles de la calle con residentes residuales de viejos edificios de bajas rentas que esperan su desmoronamiento o su compra por alguna cadena multinacional.

Pero la rehabilitación de edificios tiene más derivadas, al menos en España. Durante los años de desarrollismo del tardofranquismo -años 50 a 70- se pusieron en pie muchas viviendas -la inmensa mayoría, acogidas al esquema de "protección oficial"- que no cumplen el vigente código técnico de edifícación y necesitan algo más que una revisión estructural o, cuanto menos, importante, que obligaría a desalojar a sus habitantes mientras se hacen las obras de acondicionamiento.

Por otra parte, la aplicación de criterios de ahorro energético obliga a pensar en la rehabilitación parcial de un número importante de viviendas, construídas incluso en épocas recientes, que son focos de despilfarro de lo que ahora, por fin, entendemos como bien escaso, que es la energía.

La cátedra BP de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid ha reunido el 17 de mayo de 2010 al arquitecto Carlos Pezzi y a Valentín Alzaya, Director de Medio Ambiente de Ferrovial, para hablar de rehabilitación de edificios. Pezzi habló -con ese lenguaje ágil y directo que es su particular patrimonio- de que "al Gobierno y al público en general les cuesta hablar de rehabilitación masiva, pero son múltiples los edificios que no cumplen con las normas de aislamiento técnico y acústico". Por supuesto, también le preocupa la falta de sostenibilidad de las ciudades.

Alzaya puso cifras al problema de la rehabilitación, considerándola como un eje sustitutivo (parcial) a la pérdida de actividad y empleo en el sector de la construcción. La rehabilitación de 250.000 a 400.000 viviendas al año le parece un objetivo necesario y posible, que generaría del orden de 180.000 a 2990.000 empleos y ahorrraría entre 8 y 13 millones de t de CO2 equivalente en tres años, activando un volumen de mercado de 9.000 a 14.000 millones de euros.

¿Quién lo pagaría?. Alzaya esbozó la solución. "Convertir la rehabilitación en un servicio público, con un marco de financiación público-privada". Ferrovial está interesada y tiene ya ejemplos concretos de la puesta en pie del modelo. Pide la reforma del marco legal para generar certidumbre y que la rehabilitación energética la pague, en parte, el propietario o inquilino, manteniéndole la factura actual eléctrica (el ahorro iría para el constructor)  e incluyendo en el paquete la gestión de "otros servicios" (se entiende, agua, residuos, depuración, etc.).

0 comentarios