Sobre todo, reposo y buenos alimentos
En aquellas épocas más gloriosas en las que, con pocos medios, los honorables médicos de cabecera -hoy de familia- tenían que atender a muy variadas dolencias de los pacientes más dispares, cuando el asunto no era grave, solían terminar la visita con una recomendación incuestionable: "Y sobre todo, reposo y buenos alimentos".
Ya no sabemos bien, después de tantas idas y venidas, si el caso de nuestra economía es grave, leve o mediopensionista. Pero si fuera solamente leve, como persisten en diagnosticar desde el Gobierno -y que los grandes hacedores les oigan- a lo mejor se puede curar solo con reposo y buenos alimentos.
Reposo: en lugar de medidas a ton ni son, con el aparente objetivo de convencer a la oposición de que se tienen múltiples soluciones, dejar pasar el tiempo. Puede que los que verdaderamente controlan los métodos para salir del bache -a saber, Estados Unidos y, en menor medida, Francia y Alemania-, den con las claves para salir de la fase depresiva, y nos podremos apuntar al carro, que hasta ahora, no ha fallado.
Buenos alimentos: adecuados a lo que tenemos en la casa. No se trata de echar por la ventana, dispendiándolo, lo que producimos, sino aplicarlo donde pueda tener mayor efecto.
En este caso, en el apoyo del sector turismo, los servicios en general y la construcción, que son los grandes generadores de empleo. Habrá por ello que extremar las medidas de control de ese fenómeno con varias cabezas, pero todas huecas, que es Eta (siempre con minúsculas) y vigilar, ya en plan más académico, que no decaiga el consumo de las familias, es decir, que no se produzcan despidos significativos en los grupos importantes, porque el trabajo remenunerado es la fórmula más eficiente que conocemos en las economías de mercado para repartir la parte de valores añadidos que no se queda el capital.
Habrá, por ello, que pactar con empresarios y sindicatos, de inmediato, un plan de reposo a la economía. Esperar y ver (wait and see, dirían los anglosajones).
No nos van a dar el premio nóbel por estas escasas ideas, pero, al menos, no andamos repartiendo bombillas de bajo consumo ni haciendo burla de los que las reparten, sin proponer ninguna alternativa. Los listos, al salón.
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