Sobre el Banco del Sur, el Banco Mundial y el desarrollo
A Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial desde marzo de 2007, le gustaría disponer de 28.000 millones de euros en los próximos tres años para prestárselo con carencia y a bajo interés a los países pobres. La Asociación Internacional para el Desarrollo (IDA) es el vehículo previsto por la organización multilateral para canalizar las ayudas. Pero al BM le están creciendo los enanos.
Por una parte, los países europeos están deseando un mayor protagonismo en su estrategia de apoyo a los países en desarrollo, y el Banco Mundial come mucho espacio, a pesar de haber reducido su aportación al funcionamiento del Banco. Además, después del deterioro de imagen por la actuación empañada de connotaciones contrarias a la ética del anterior presidente, Paul D. Wolfowitz, hubieran deseado para el Banco un primer mandatario europeo.
Con todo, el disgusto mayor para el BM le ha venido desde los vecinos del sur de América, y patrocinado por el Presidente de Venezuela (República Bolivariana de), Chaves, que ha convencido a seis de sus homólogos en la zona (incluído Lula de Silva, Presidente del apetitoso Brasil) para crear el Banco del Sur. Aunque son muchas las incógnitas que rodean a esa fundación, que corre el riesgo de asemejarse a un club de caridad fundado por los pobres, es evidente la distorsión política que provocan en el panorama económico del desarrollo.
La Corporación Andina de Fomento (CAF), que estaba herida de muerte, debido, justamente a la actitud contaria de Chavez y a la deuda acumulada por Ecuador, será el primer cadáver del camino. Pero el Banco MUndial tiene en esta situación un tumor, seguramente benigno pero molesto, a su propósito de centralizar, con el guión de Estados Unidos, las ayudas al desarrollo de los países "buenos", o, por lo menos, "apetecibles".
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