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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la política de jubilaciones

El modelo social en el que, en buena medida, España había puesto los ojos, para traspasarlo con toques de carpetobetónica improvisación, está en vías de profunda revisión, porque ha llegado el momento de declararlo insostenible. El presidente francés Sarkozy, amparándose en su reciente victoria electoral, parece dispuesto a cantar algunas verdades, y propone cambiar algunos ejes de la política social.

Que, desde una petulancia cuyos efectos es todavía pronto para valorar, Sarkozy haya afirmado que está abierto al diálogo social pero ello no ha de impedir tomar las medidas necesarias y urgentes sobre el modelo de asistencia social, es lo de menos. Lo más sustancial resulta su afirmación de que la política de reducción de la jornada laboral a 35 horas es un fracaso, y que las prejubilaciones e incluso las jubilaciones a los 65 años, no pueden mantenerse sin provocar la quiebra del sistema.

¿Qué hemos hecho?. En la feroz reconversión de los sectores siderúrgico, carbonífero, agrario, naval,...en la admisión inconsciente de políticas de prejubilación en empresas que deseaban reducir sus costes laborales, hemos llenado las calles de parados forzosos, en edad de pleno rendimiento, pagados con cargo a las arcas del Estado o de oscuras combinaciones de dotaciones para fondos de pensiones, reducción de beneficios a corto plazo y contribuciones públicas.

La pérdida de sustancia, creatividad e impulso que esa política ha causado en el aspecto tecnológico, nunca podrá ser estimada con exactitud, pero es ingente. No solo en lo técnico, por supuesto, también en lo político, en lo social, adelantando la "percepción de vejez", cuando la vida media se prolonga.

La pérdida económica y los esfuerzos presupuestarios que supone haber prejubilado a personas en edad de rendir convirtiéndolos en pensionistas, pasa factura ya, pero se convertirá en una soga al cuello cuando los que sostienen la delicada pirámide contributiva se desfonden, por ser insuficientes (jóvenes con bajos salarios, inmigrantes con propósito de volverse a su país cuando consigan su objetivo de ahorro o la situación de bonanza cambie, etc).

Hay que mentalizarse ahora de que los que no hayan gozado ya de los beneficios de la prejubilación, tendrán difícil jubilarse antes de los 70 años. Quizá nunca lo puedan hacer. Habrán estado cotizando toda su vida para beneficio de terceros y gloria de un modelo social cuyos costes de mantenimiento nadie ha sabido valorar suficientemente.

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