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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre machacas y mamporreros

Los machacas y/o mamporreros no son, hay que aclarar desde el principio, pelotas. Por lo menos, no de manera directa. Si cabe hacer una diferencia sustancial entre los machacas y los pelotas, es por la vía de la competencia. Un machaca que se precie es imprescindible, al menos, para su jefe.

Porque, eso sí, tanto mamporreros como pelotas tienen en común la cualidad de tener jefe, alguien que tome decisiones respecto a ellos, que pueda decidir acerca del futuro del subordinado. El pelota espera que el jefe le suba el sueldo, de categoría, o, por lo menos, le pase la mano de vez en cuando por el lomo. Por su comportamiento, asimilalble al de los cánidos domésticos, se le llama también lameculos.

El mamporrero o machaca tiene jefe, pero no espera de él más que no le toque mucho las pelotas. Normalmente, ese deseo no se cumple, porque nunca osará expresarlo directamente ante el que decide, aunque no se cortará para quejarse ante sus compañeros. "Me ha encargado ésto o lo otro" o "Me tiene frito" o "No me deja ni para ir a mear" son frases que, en adecuados contextos, salen de la boca doliente del machaca.

Los mamporreros originales, como todo el mundo sabe, y especialmente las señoritas de buena familia, a las que sus esposos surgidos de más humilde condición se lo han explicado claramente, ("Tu padre me tiene en la empresa de mamporrero") son los subalternos que ayudan, sosteniendo su parte erecta) a que el macho caballar cumpla su función procreadora con la yegua. En esta función suelen salir malparados, trastabilados y, ciertamente, más sucios.

Es evidente que la utilización de la palabra mamporrero es una metáfora o, mejor, un símil, pues no suele coincidir la función que se desarrolla en la realidad con la indicada oralmente. Lo que no quiere decir que algunos mamporreros sean vistos por soplapollas, típicamente, por compañeros envidiosillos.

Para terminar con esta breve reseña, un último apunte. Si Vd. cree tener sospechas de que le están empezando a tratar como mamporrero, sin que le apetezca trabajar más que los demás (por ejemplo, por no ser workaholic, que no tiene traducción al español, pues existen pocos ejemplos entre latinos), quéjese al Comité de empresa por mobbing.

Le dejarán en paz. Puede que incluso, al cabo de unos meses, le rescindan, con la indemnización legal que le corresponda, el contrato, reconociendo su despido como improcedente.

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