Sobre ciertas preguntas incómodas que se deberían plantear tanto ecologistas como tecnicistas
Queremos ser directos en este Comentario, y por eso, iremos al grano esquemáticamente en algunas de las incongruencias que nos parece detectar en las posturas, tanto de los ecologistas como de los tecnicistas, en relación con algunos temas ambientales.
Llamamos tecnicistas a quienes priorizan el progreso, alimentando las soluciones técnicas más novedosas, y la aplicación de principios economicistas, aunque supongan asumir ciertos niveles de riesgo, en la confianza voluntarista positiva de que "la técnica siempre acude" y que el mercado regula las soluciones óptimas, despreciando como ridículas o inaplicables por utópicas las propuestas de sus antagonistas naturales, los ecologistas.
Llamamos ecologistas a quienes dan prioridad al ambiente, desacreditando las soluciones técnicas que impliquen mayor daño al entorno o más duradero, prefiriendo la contención del progreso económico, incluso eligiendo soluciones más costosas si causan efectos menores, con actitudes no exentas de base voluntarista negativa, en el sentido de que las fuerzas reguladoras de la economía son viciosas y que la desconfianza es la actitud aconsejable ante las propuestas que provienen de los que no militan en sus filas.
1. Energía nuclear. No existe aún solución definitiva para los residuos de muy alta contaminación producidos en las centrales nucleares, que deben ser tratados con máxima atención y control y, una vez concentrados, debe buscarse una ubicación provisional. No resulta aconsejable guardarlos en zonas muy profundas, para mantener la opción de su posterior tratamiento e incluso su eventual reutilización. No se descarta ni un cierto riesgo de explosión nuclear y, desde luego, de la posibilidad de un accidente que causa una grave contaminación, por estrictos que sean los controles imaginados o la exigencia de los protocolos de seguridad.
Ahora bien, qué es preferible: ¿que esas centrales se instalen en los países más avanzados tecnológicamente o en los países en desarrollo? ¿Existen razones para que España renuncie a la energía nuclear, cuando otros países europeos se han decidido a implantar más centrales nucleares, y de alguno de ellos, nos vemos obligados a importar para cubrir nuestro déficit energético? ¿Es coherente declararnos antinucleares, y defender simultáneamente que hay que mantener las centrales existentes hasta el final de su vida útil, negando la implantación a nuevas centrales, de generaciones más modernas y sofisticadas, y, por tanto, más seguras?
2. Ahorro energético. Debemos admitir que en los países en vías de desarrollo, el crecimiento del consumo energético crecerá de forma sustancial y que, reciban o no ayudas y se manifieste ante ellos mayor o menor preocupación, la realidad inevitable es que utilizarán sus formas naturales de energía, que son las que tienen más a mano y no renunciarán a erigir grandes presas, implantar fábricas más poderosas y no necesariamente provistas de sofisticados métodos depuradores, todo en aras de garantizar una creciente autonomía y un empleo y bienestar mayor. Se quemará, por tanto, todo el carbón y madera disponibles, se harán muchas autopistas y autovías, presas, trasvases, coches, metalúrgicas, etc.. Entonces, ¿Por qué no se analizan en profundidad las ayudas que se deben prestar a los países en desarrollo, no se concretan las medidas de reducción de contaminación en ellos, ayudando de forma masiva pero definida a la introducción de las nuevas tecnologías, pactando modelos de crecimiento entre las áreas más y menos favorecidas del planeta? ¿Están los países desarrollados dispuestos a dar ejemplo de ahorro energético, con drásticas reducciones, y planes transparentes? ¿Quienes defienden un modelo ecológico, son conscientes de aquella parcela de bienestar a la que deberán renunciar?
3. Energías alternativas. La implantación subvencionada de aerogeneradores y huertas solares, ha supuesto el deterioro ambiental de algunas zonas preciadas paisajísticamente y el enriquecimiento de algunos empresarios ágiles en captar ese nuevo nicho de negocio. Las propias empresas eléctricas tradicionales figuran entre las más favorecidas, aprovechando tanto las ayudas públicas como la disposición de un sector del consumo a pagar más cara la energía producida con el marchamo de "verde". Nuevas corrientes ecologistas más duras protestan ahora contra la agresión paisajística que han provocado los aerogeneradores, la producción de biomasa en detrimento de la producción agrícola -etc.-, y se propone revisar las ubicaciones, las máximas ecológicas, las ayudas públicas, la verdad del biodiesel, etc., . Se propone también revisar la ubicación de algunos generadores verdes, porque al principio, como sucedió con las minicentrales hidráulicas, se utilizaron zonas de alta sensibilidad ambiental, buscando el máximo beneficio económico, pero la mejora de eficiencia permite situar aerogeneradores, centrales hidráulicas, huertas solares o siembras de biomasa en lugares menos agresivos. ¿Se está dispuesto a hacer esta revisión? ¿Se está exigiendo el recálculo de las rentabilidades? ¿Se está preparado para controlar las compensaciones económicas a los municipios -y personas- afectados por la implantación de aerogeneradores, placas, etc.?.
(Estas reflexiones tienen una segunda parte, que publicaremos en los próximos días)
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