El Club de la Tragedia: ¿Holocausto o Barbacoa?
La tensión generada en torno al tiempo, modo y maneras que acabarán definiendo las condiciones concretas del préstamo que necesita España para salir del agujero, ha encontrado un culpable -mediático y político- en el que descargar el sufrimiento del Gobierno español: Angela Merkel la canciller alemana.
Merkel tiene las características para representar la mujer aviesa de los musicales populares: no es agraciada, tiene un semblante que bascula entre lo agradable y lo impenetrable y sabe decir que no cuando se la quiere llevar al huerto con frases nada rebuscadas: algo así como "¡contigo no, bicho!".
Enfrente de esta opereta que nos está dando dolores de cabeza está, aunque mantiene un papel secundario, un galán de los de antes: pobre, torpe, desgarbado, y de no muchos recursos intelectuales, aunque devoto del catecismo. Se ha metido en el berenjenal para hacer fortuna y está pasando las de Caín, y, sobre todo, haciéndolas pasar a los que le siguieron hasta aquí (Bueno: hasta allí, diciembre de 2011).
Para los que siguen, con aire aburrido, esta representación, la duda puede ser cómo terminará: si en barbacoa (una fiesta en la que todos se van a asar unas sallchichas y pasarse varias chuletitas del cordero degollado por el gaznate) o un holocausto (en el sentido de que, siguiendo la tradición germana, se despluma a los que tienen algo apetecible, diciendo luego que no se sabía lo que estaba pasando).
Una vez más, la historia se desenvuelve entre la colaboración de las gallinas y el compromiso del cerdo en ese plato delicioso de los huevos fritos con chorizo.
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