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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Oportunidades de hacer negocio con las biotecnologías

Una de las tertulias gastronómicas (charlar mientras se come, o al revés) que hicimos en el restaurante AlNorte llevaba por título "Cómo hacerse rico, y para qué".

En el acta de aquella reunión quedó registrado que no había muchas ideas acerca de la primera parte de la propuesta, en tanto que se organizó una fructífera discusión acerca del "para qué", llamándome especialmente la atención que una parte de los contertulios se decantaron por el "no merece la pena" como respuesta.

El 6 de marzo de 2012, Joan Ginovart, Director del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB), una de las joyas de nuestra más bien desangelada corona científica, impartió una conferencia sobre "La Excelencia Biomédica como Motor de Innovación", en un ciclo dirigido a Directivos y empresarios que organizan conjuntamente la Fundación Ramón Areces y la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD).

Creía Ginovart que estaba dirigiéndose a empresarios -según el mismo expresó-, pero entre el público, que ocupaba, sorprendentemente, solo un cuarto del aforo, lo más parecido a un empresario debía ser yo, porque lo que veía a mi alrededor eran caras jóvenes y preocupadas de estudiantes de biología y medicina y algunos rostros curtidos, esperando el turno de preguntas, de profesores de Universidad, deseosos de ser llamados para pronunciar la próxima conferencia de cualquier ciclo de divulgación.

Ginovart defendió, después de quizá demasiados circunloquios, que los empresarios deberían acercarse a las Universidades y Hospitales en donde se están llevando a cabo investigaciones en biomedicina, porque allí había excelentes oportunidades de negocio.

Aunque, como respuesta a una pregunta del coloquio, surgida de una estudiante de cuarto curso de ciencias biomédicas (y, por lo que expuso, ya con amplio currículum discente), Ginovart se refirió a que los alumnos deberían analizar las posibilidades de crear su propia empresa, no había expuesto esa idea en la conferencia, que canalizó como si los empresarios fueran entes venidos de otro planeta, a los que habría que seducir para que se acercaran a las aulas.

No me quedó nada claro cuáles son las oportunidades concretas de montar empresas en biomedicina (el IRB tiene un centro de start-ups, que parece ser está muy disputado por los big challengers, para comérselos antes de que crezcan) y, desde luego, no contribuyó a mi claridad el empeño del eficiente Xavier Pujol en animar a que se montase en España una empresa de jeringuillas desechables.

Pero sí salí con la idea de que la Universidad no ha asimilado plenamente, incluso a nivel de sus más eficientes y doctos represantes docentes, que empresarios, lo que se dice buenos empresarios, podemos ser todos y, en especial, los alumnos y maestros que tengan ideas surgidas del conocimiento que se debe impartir, justamente, en las Universidades tecnológicas mejor conectadas con el desarrollo científico actualizado y el análisis de las necesidades por resolver o cuya satisfacción pueda mejorarse en nuestra sociedad globalizada.

Solciones que, por cierto, se han de plantear en un mercado (este dardo sin punta se lo dirijo a Pujol) que no está limitado por condiciones de autarquía ni proteccionismo, sino que se extiende a, prácticamente, todos los países, con gentes bien preparadas y dispuestas que -como satirizaba Samaniego en "El jardín de Venus" (El país de afloja y aprieta), en otros supuestos- "si como aflojan no apretaran,/mejor país no habría en todo el mundo".

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