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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la instauración de la democracia en Libia

Muamar Al Gadafi ha muerto el 21 de octubre de 2011. Según los testimonios gráficos que todos hemos podido ver, una vez que fue descubierto en su refugio en Sirte, ha sido golpeado y linchado por un grupo de milicianos. Un disparo en la cabeza terminó con su suplicio. La OTAN, según uno de sus portavoces, ha cumplido un papel fundamental en apoyo a la insurrección contra el régimen dictatorial del que fue peculiar líder del país más rico de Africa, Libia.

Mahmur Jibril, primer ministro del Consejo Nacional de Transición libio, se ha apresurado a visitar el cadáver de Gadafi, que fue llevado a Mistrata casi de inmediato, felicitando a sus captores, y afirmando con rotundidad que "no ha habido ejecución", y que la "operación se llevó a cabo según los estándares de la Corte Penal Internacional" (ICC).

No hace falta ser especialista en derecho internacional ni hacer grandes alardes de ética, para expresar, con la información disponible, que Gadafi ha sido asesinado, que no hubo intención por parte de sus captores de mantenerlo vivo para ser sometido a un juicio en el que se le diera opción de defenderse, de que su muerte evita muchas situaciones embarazosas para líderes del mundo occidental que hasta hace muy poco fueron sus amigos y que, desde luego, no se cumplieron en absoluto las normas de esa Corte Penal Internacional que pugna por hacerse un hueco, muy difícil por los continuos impedimentos que se le colocan en el camino, como organismo justiciero de un ordenamiento jurídico internacional inexistente.

La democracia en Libia está lejos, muy lejos. Los síntomas son muy evidentes. Si se levanta el cadáver de Gadafi, se sigue descubriendo un suelo de intereses, en el que se mueven falsedades, turbios negocios, colonialismo, fundamentalismos, poderes y dineros... 

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