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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre las posibilidades de medalla en las Olimpiadas de Pekín

Pues no hemos rezado poco por la conversión de los chinitos, y recogido dinero de nuestras tías y  hasta de señores desconocidos, con el riesgo que ello suponía -lo segundo, en principio- paseando una hucha por las calles de nuestras ciudades los domingos del Domund. Así que estos chinos de ahora, liberados de Maosetún, o como se llame, que ya están prácticamente convertidos, nos deben una satisfacción.

Nos llega, es cierto, ya tarde, a nosotros, los niños de entonces, y mira que nos entrenábamos, pero es que ni siquiera sabíamos que había Olimpiadas. Jugábamos con un balón de plástico duro en los patios de cemento de los institutos, cien contra cien. Habíamos gimnasia un par de veces a la semana, dando vueltas al gato -es un decir- sobre una colchoneta de paja y estrellándonos contra un armatroste de madera que se llamaba caballo y que no saltaba un gitano, o así creíamos.

Eran otros tiempos. Los prados recién segados que en donde nos dejaban jugar al fútbol y recoger grillos estaban siempre cuesta arriba, no se había descubierto aún ni el tenis ni mucho menos el golf, y los españoles éramos demasiado bajitos para competir en cualquier deporte que no tuviera que ver con la furia, el coraje y la mala leche.

Pero veremos las olimpiadas de Pekín sentados ante el televisor, tomando un par de cervezas, o guiski si la retransmisión es por la noche. Confiamos en que no sean demasiadas emociones seguidas, que vengan dosificadas, por lo de las subidas de tensión.

El éxito de la participación de los atletas de España en los Juegos de Pekín parece esta vez garantizado. Dicen los entendidos, incluído Lizapersky, secretario de Estado de Deporte, que pueden ser más de 30. Puede que consigamos las mismas medallas que Rusia -otro lejano país al que también tratamos de convertir- y, probablente, más que Estados Unidos, que está de capa caída, con el rollo ése de las elecciones para que no salga Obama como Presidente.

No va a ser cosa de causalidad esta vez, porque hemos estados persiguiendo los éxitos con ahinco, con método. Primero, divulgando la práctica del deporte. Ningún hogar se quedó sin su televisor, era el lema, y raro es el hogar que no tiene tres o cuatro: dos en el cuarto de los trastos, cubiertos con una manta, otro en el comedor y otro en la habitación principal, con telemando.

Gracias a eso, el país se ha convertido en deportista nato. Todos los miércoles y sábados, hay partido de fútbol. El resto de la semana, comentario de las jugadas de interés (y de las que no) y entrevistas a los futbolistas por  expertos en tendinitis, roturas de gemelos cruzados y corazón (esto, por lo de las revistas del corazón, como el As. Marca y El País).

Sedundo -esto conecta con lo de más arriba-, hemos llevado el deporte a los lugares más remotos y en las formas más modernas. Ningún pueblo carece hoy de discoteca, y no faltan plazas con tres o cuatro papeleras para practicar el botellón, deporte de masas que consiste en lanzar borracho o drogado una botella vacía al suelo. También hay muchos sitios en donde las señoras menopáusicas pueden practicar el aerobic, aunque de momento están vacíos casi todos, porque se utilizan mayormente para lavar el dinero b, por lo que cuentan.

Pero lo que ha sido definitivo es el apoyo que venimos prestando a los deportistas, ayudándoles a que tengan cubiertas todas sus necesidades. Ahí tenemos a Rafa Nadal, con una beca para poder simultanear estudios y deportes y poder ir tirando; a Pau Gasol y a su hermano Garbajosa, que les estamos pagando los estudios en USA, a Fernando Alonso, que, por cierto, no se ja dicho aún en qué circuito va a correr, y que es también medalla segura.

Para mejorar nuestras aspiraciones, hemos incoporado algunos deportistas de élite extranjeros que no podían desarrollar sus opciones en su país de origen, y les hemos estimulado con sparring nacionales. Es el caso de He Zhi Wen, Juanito, (chino) en tenis de mesa (parecido al futbolín), y sus compatriotas Zhu Fang y Shen Yanfei -con bellos nombres de mujer que se incorporarán, seguro, al santoral, si ganan medallas-, Galia Dvorak, (ucraniana), Jana Smidakova (checa), Nina Zhivanevskaya  (rusa), Ashwin Wildeboer (hijo de holandeses no errantes), Svilen Piralkov (búlgaro), Lenika de Simone (norteamericana), Alemayehu Bezabeh Desta (etçiope), Ayad Lamdassem el Mouhcin (marroquí). Josephine Onyia Nnkiruka (nigeriana), Ricardo y Felipe Perrone (Brasil), Iván Pérez (Cuba), Paula Alejabdra Dabanch, Kelvin de la Nieve, (dominicano), Jackson Quiñónez (ecuatoriano), Frank Casañas, Yesenia Centeno y Luis Felipe Meliz (cubanos)...

Lo que nos puede perjudicar es el exceso de confianza. Por eso, nuestra propuesta es ir a lo despistado, que no nos vean como candidatos. Y si resulta que no conseguimos las medallas, no será porque nosotros no las hayamos merecido. La culpa será de los Mengual, Deferr, Fouz, Cid, Contador, etc. que no habrán hecho bien su trabajo.

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