Sobre las moscas y otros dípteros
Seguramente el animal visible más molesto para el hombre es la mosca. Tiene incluso una versión invisible -al menos, no está documentado que se la haya encontrado actuando en el lugar que le da el nombre- que es la mosca cojonera.
"Para ya de hacer de mosca cojonera", se suele decir, en lenguaje coloquial, para referirnos a aquel que nos fastidia, especialmente si es el hijo de su padre, cuando repite hasta la exasperación las pretensiones con las que no estamos, de momento, dispuestos a transigir.
También están los "moscones". En Asturias, moscones son los naturales de Grado. No confundir con Grao, porque no es que sea una forma de dicción más elegante, sino que este otro es un sitio de Valencia. Por cierto, bacalado tampoco es una expresión culta por bacalao.
De forma general, los moscones eran quienes que rondaban a las mozas guapas, diciendo tonterías, por ver si alguna de ellas se ponía a tiro, y que tenía el efecto de espantarles a los pretendientes serios. "El baile estaba lleno de moscones, -decía, contrariada, la niña casadera al volver a casa- y nos aburrimos como ostras".
Están, en otro lugar de la etimología práctica, las/los "mosquitas muertas". Son, generalmente, adolescentes que ni fú ni fá. Ocupan el sitio, pero no tienen gracia, no atraen pescado, no proponen actividades ni las realizan. "Menganita es una mosquita muerta. Qué desesperación", suele decirse de un lastre tan pesado.
Por extensión, se aplica a los varones de carácter pazguato. Pero es preferible decir, en ese caso, es un pasmarote, un tocacojones, un guebón o, simplemente, que alguien está de más en ese entierro.
Cuando alguien se siente amoscado, en sentido figurado, lo aconsejable es plantar la cara y andarse directamente al grano. No merece la pena rumiar en solitario la desazón, que es lo que significa esta mosca. Hay que pedir aclaraciones y acostumbrar a la gente a que vaya con las cosas por delante.
Y si la situación es real, y los dípteros nos molestan, se puede optar por el mosquitero y, si no hay una red tan fina a mano, optar por medidas más expeditivas.
Se suelen utilizar insecticidas para librarse de las moscas, mosquitos y otros bichos molestos. No es lo aconsejable, pues ese envenamiento se traslada al resto de la cadena trófica, matando pájaros y carroñeros. Es mejor la palmeta, que aunque tiene efectos restringidos (excepto en casos excepcionales, como el del sastrecillo valiente, que mató siete de un golpe), no perjudica el hábitat.
Se debería tener en cuenta, además, que las moscas no nos rondan por casualidad, sino que se sienten atraídas por lo que producimos y, sobre todo, por lo que desechamos. Viven de la mierda. Incluído el amasijo de carnes que, para ellas, constituye nuestro propio cuerpo y en donde confían (lagarto, lagarto) poner sus huevos algún día.
1 comentario
Paula -
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