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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el cambio climático

Si la veracidad del cambio climático se pudiera decidir por votación, el resultado estaría muy condicionado por la ideología y, por tanto, la opción ganadora lo sería por estrecho margen. La mayor parte de la izquierda defendería la veracidad de los cálculos que vaticinan el calentamiento del planeta, en tanto que, desde la derecha política, predominarían los escépticos.

Pero, obviamente, no parece que esto de la temperatura que habremos de sufrir en los próximos años (y sus consecuencias) sea cuestión que pueda someterse a referéndum. Las cosas de este cariz, o son, o no son.

Y la realidad es que el asunto presenta muchas aristas y grietas, al menos, desde la posición de los que, incapaces para construir un modelo propio de simulación, nos tenemos que guiar por lo que nos cuentan los más entendidos.

Se trataría de avanzar superando tres niveles de credulidad/incredulidad: a) Asumir o no que nos encontramos en una fase de calentamiento del planeta; b) asumir o no que este calentamiento está provocado fundamentalmente por el aumento en la concentración de CO2 y gases equivalentes en cuanto al efecto invernadero; c) asumir o no que podemos hacer algo para evitar o postponer el efecto.

No es sencillo superar los tres grados del auto-examen y, mucho menos, hacerlo con nota. Porque, a fin de cuentas, que exista o no cambio climático, debe ser desligable de la valoración respecto al deterioro ambiental, que hemos producido los seres humanos, en especial, en los últimos doscientos años, y más aceleradamente, en los últimos 20 o 30 años. Este deterioro es evidente, y deberíamos poner coto inmediato.

Sobre la urgente recuperación ambiental no hay duda expresada, y aunque no faltan quienes opinan que el progreso implica consumo ambiental, la mayoría pensamos que nos seguimos comportando como unos insensatos. Basta echar una mirada enrededor: ríos contaminados, carreteras sucias, consumos injustificados del ambiente por doquier.

No hace falta ir a países desarrollados para llevarse (si apetece manifestar así nuestra sensibilidad) las manos a la cabeza. Los cuantiosos desembolsos desde las arcas públicas para recoger y tratar residuos, limpiar cauces y ríos, no tienen todo el efecto deseable, porque el ciudadano anónimo sigue contaminando a su antojo.

Nos parece que existen intereses en presentar de forma catastrofista la inmediatez del cambio climático. Por más que una pléyade de científicos estén de acuerdo en que un incremento del nivel de CO2 por encima de los 450 o 500 ppm aumentará la temperatura en 2 o 3 ºC, las simulaciones, por completas que parezcan a quienes las hacen, no son más que simplificaciones de la realidad, a la que habrá que ir incorporando nuevos elementos.

De ahí la importancia de los indicadores ambientales. Que se elijan bien, que se persigan mejor, y que la variable tiempo se introduzca en los modelos de previsión con atención especial a los números pequeños, al near approach, porque no es lo mismo que nos vaya a pasar algo en veinte años que en cinco siglos, ¿verdad?

1 comentario

guillermo díaz -

Yo no soy científico y por tanto sería imprudente que hablara del cambio climático. Pero, si puedo hablar de mis apreciaciones personales en materia climatológica, desde que nací en 1950 hasta hoy.

Con 14 0 15 años yo ya empecé a esquiar en el Naranco. Subía con los esquís al hombro hasta la cima y bajaba esquiando por toda la carretera hasta mi casa en Foncalada (materialmente aparcaba los esquís delante del portal. Hoy esto es impensable.

Ya mozuelo, con mi primer 600 subía a esquiar a Pajares y lo habitual era que en Puente de los Fierros se pusieran cadenas y muchas de las veces ya en Campomanes.
Se esquiaba en La Cerra al lado del parador y en la Picarota (ahora aun con las mayores nevadas esas pistas no tienen espesor suficiente.

Empezabamos a esquiar el 1 de Diciembre y la temporada se mantenía casi hasta mayo. Hoy se empieza en Enero y se finaliza en Febrero y sólo hay nieve en las cotas altas.

Lo habitual era que en la ciudad de Oviedo cayeran dos o tres buenos nevadones al año (ahora ninguno).

Entonces: ¿no es evidente el cambio climático?