Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre partidos políticos, propósitos públicos, ideologías coherentes y ambiciones personales

El distanciamiento que se ha venido produciendo en España respecto a los partidos políticos, obliga a una reflexión profunda, puesto que lo que está en juego no es la supervivencia de determinadas facciones ideológicas, sino la pérdida de interés general por los elementos de participación ciudadana que, más o menos ordenados y con mayor o menor profundidad, son los soportes de la democracia.

Se podrán incorporar matices ad libitum, pero habrá que reconocer que las grandes disquisiciones sociofilosóficas acerca de las grandes vías tradicionales para encauzar de forma práctica la gestión de lo público han quedado desvirtuadas, seguramente ya de forma definitiva.

Nadie hablaría en los países occidentales de comunismo de economía centralizada y cristianismo liberal más que como reductos de un sentimentalismo histórico que movilizó temperamentalmente las masas, hasta enfrentarlas a muerte, en el pasado. Ni la religión ni el Estado absoluto ni la iniciativa privada sin barreras son vistas como guías sólidas para conformar las guías de una nación moderna.

En España nuestra libérrima concepción oficial de los caminos de la democracia nos ha conducido, por una parte, a la pérdida de capacidad de actuación del Estado central y por otras, a un exceso legislativo con el que se pretende poner coto (tarea imposible) a los egoismos individuales y grupales.

Los partidos mayoritarios (PSOE, PP, IU) no han conseguido mantener el interés ciudadano por la participación. La corrupción y la incompetencia, unidos al nepotismo y amiguismo grupales en los dos primeros partidos han emponzoñado la visión popular de la política, y provocado un distanciamiento con la ciudadanía no interesada profesionalmente en la política.

El caso de IU, falto de liderazgo y con un mensaje ideológico confuso y, en una monarquía, sesgado hacia la ruptura constitucional, merece apenas unas líneas de conmiseración por el despilfarro de una postura política que debería mantener un valor de referencia mucho más que testimonial, ética.

Es en este contexto en donde cobraría valor, y muy alto, el interés por conformar una nueva fuerza política que ayude a poner orden e ilusión en los foros ciudadanos. La intención promulgada para UPyD podría parecer indicadora de una voluntad de cambios en el debate.

Por los síntomas ya esbozados, nos tememos que esto no va ser así. La toma de posiciones por resentidos con intactas ambiciones personales, la falta de discusión interna y la dirección férrea de los debates hacia posturas preconcebidas de crítica a los partidos mayoritarios, la debilidad de bastantes planteamientos programáticos, confeccionados con urgencia y escasez de medios intelectuales y económicos, y, no en última medida, la fuerza mediática embadurnada de notas ácidas de marujismo de la líder del partido, pueden dar a traste con una ilusión que apareció en el panorama secarrón de la política española cuando Rosa Díez y cuatro amigos dijeron que había que cambiar el decorado, los actores y el libreto.

0 comentarios