Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

El Club de la Tragedia: Ciudadanos túrgidos o crípticos

No solo es la economía la que tiene una componente sumergida. En todos los órdenes hay zonas ocultas a la observación normal, camufladas cuidadosamente para no ser detectadas.

Si por cualquier razón aflora una situación, -digamos, "delicada"-, los elementos que resultaron descubiertos se ocultan rápidamente, desapareciendo. Como sucede cuando levantamos una piedra musgosa en el campo, en pocos instantes, todos los animalillos que encontraban en ella su cobijo, se evaden de inmediato o se afanan en poner a recaudo, otra vez en la oscuridad, sus larvas o provisiones.

Me he convencido de que en la sociedad coexisten dos tipos de ciudadanos que, a falta de encontrar palabras más precisas para caracterizarlos, llamaré túrgidos y crípticos. (1)

Los túrgidos resultan inmediatamente detectables. Son diligentes en su trabajo, cumplidores con las normas, educados con los terceros, pagadores de sus impuestos, etc. Aunque no la tengan puesta en la fachada de su domicilio, la placa con sus características personales está a la vista de todos. Las Administraciones públicas los tienen perfectamente localizados y se aprovechan de ello para ejercer el control sobre su actividad, aumentar la recaudación con levas extraordinarias cuando necesitan ajustar sus presupuestos, etc.

Los crípticos viven, fundamentalmente, en la sombra. Cambian frecuentemente de domicilio, no han pagado nunca sus impuestos, procuran utilizar el segundo o el tercer apellido o un nombre inventado, manejan el efectivo y no las cuentas bancarias. Por supuesto, hay varias categorías, descendiendo a los que, oficialmente, ni siquiera existen. Habitan en las catacumbas del submundo no controlado.

No me tranquiliza nada conocer, de cuando en cuando, -coincidiendo con las pocas veces, hasta ahora, en que he necesitado solicitar algo de un servicio público- que soy tratado como un críptico, cuando para la Administración soy un túrgido, localizado en todos sus pormenores.

Y menos aún me sirve de consuelo entender que bastantes de los que se comportaron como crípticos, avezados en moverse entre oscuridades, me desplazan a codazos de mis pretensiones, incluso con la connivencia o la venda en los ojos de funcionarios -no importa si de medio pelo o larga cabellera- , políticos y otros detentadores de autoridad, a cuyo sostenimiento he contribuído (y vengo contribuyendo), con mis dineros y esfuerzos, como ciudadano disciplinado y de orden, durante decenas de años.

Con docilidad, pero sin sumisión. Apunten esto quienes se ocupan de analizar la Historia.

---

(1) No me estoy refiriendo aquí a una tercera categoría, muy especial, innominada, que se encuentra por encima de estos estratos. La compone una élite que se reproduce, incansable y feraz, al margen de cualquier control. Para ellos, que por su naturaleza autodefinida están fuera del sistema, como manejan sus resortes y claves, las leyes y normas son parte de su producción y, por tanto, en su papel de autores, no sienten el deber de cumplirlas, sino únicamente de reformarlas o retocar su aplicación cuando y como les apetezca.

0 comentarios