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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Ingeniería para AES. Riesgos de cavitación en la economía y la jurisprudencia

Ingeniería para AES. Riesgos de cavitación en la economía y la jurisprudencia

Tanto en la vida pública como en la empresa, los gestores deben observar especial cuidado en mantener el equilibrio en las medidas de presión fiscal. Pero no todo es cuestión de dinero, y hay muchos otros momentos en que se debe estar atento al riesgo de cavitación, para cuya comprensión es preciso introducir algunos conceptos que, siendo muy útiles, no son analizados en las Facultades de las, pretenciosamente, llamadas por algunos de "Humanidades".

La ecuación de continuidad, bien conocida por los ingenieros sanitarios y, en general, por todos los ingenieros que no han olvidado lo más elemental de la mecánica de fluidos, es una aplicación del principio de conservación de la masa. (Una gran parte de las ecuaciones que manejan los ingenieros están basadas en principios de conservación).

Cuando una masa de fluido incompresible (no confundir con incomprensible) avanza a través de un tubo con distintas secciones, se ha de cumplir que, para que pueda mantenerse el flujo, al reducirse la sección tiene que aumentar la velocidad, y recíprocamente.

En cualquier tramo del tubo, el producto de la sección por la velocidad de paso ha de ser constante e igual al caudal suministrado al tubo (por ejemplo, en m3/h, l/s, etc. (léase, metros cúbicos por hora o litros por segundo, respectivamente).

Si el principio aquí enunciado se combina con el de conservación de la energía, se llegaría a la ecuación de Bernoulli, por la que, en esencia, se expresa que la suma de las energías cinéticas -debida a la velocidad-, la potencial -consecuencia de la altura relativa del líquido- y la energía de flujo -derivada de la presión a la que está sometido- es constante.

Entre los mecanismos utilizados en las instalaciones hidráulicas,  se encuentran las bombas. Se emplean, en general, para elevar agua de un sitio a otro y de entre sus diversos tipos, las más corrientes son de tipo centrífugo. Estas, de forma simplificada constan de un cuerpo o carcasa, concebido de forma que dirija el líquido hacia un elemento rotatorio, llamado rodete, que es el encargado de forzar el líquido hacia la salida de la carcasa.

Son variados los elementos a considerar, y su análisis será objeto de otros capítulos de este libro. Interesa aquí poner de manifiesto que cada bomba está diseñada o calculada para un caudal determinado, que es el que proporciona su máximo rendimiento.

Cuando una bomba funciona a velocidad excesivamente elevada, con lo que entra en ella un caudal bastante superior al que correspondería a su máximo rendimiento, aparece el riesgo de que se produzca un fenómeno específico, que se llama cavitación.

Por la cavitación se forman burbujas de vapor en la zona de entrada de la bomba, que, al llegar a la de mayor presión, se colapsan -implotan- de forma instantánea y, puesto que nuevas cantidades de líquido siguen siendo impulsadas con fuerza hacia el interior de la bomba, tiene lugar un efecto de martilleo que acaba dando por resultado el agujereado o picado del rodete de la bomba.

El economista y el jurista han de cuidar, en su vida profesional, que no se produzcan perniciosos efectos de cavitación, derivados de la obsesión por forzar el funcionamiento del sistema del que son eventualmente responsables, introduciendo más caudal de aquel para el que ha sido diseñado.

Es de todos conocido el colapso brutal en el que se encuentran los Tribunales españoles, con tiempos de resolución de los casos que superan, en múltiples ocasiones, los siete o más años.

La explicación hay que encontrarla en la cavitación del sistema judicial que ha picado o perforado los rodetes básicos de las diferentes jurisdicciones, causando, en la práctica, la fuerte disminución de su eficacia intrínseca, pero arrastrando graves efectos colaterales, puesto que, como se ha dicho muchas veces, una justicia muy lenta ya no es justicia verdadera y, además, favorece a aquellos que tienen más medios -económicos y jurídicos- para prolongar los procesos, haciéndolos ineficaces.

En el campo económico, los efectos de cavitación son frecuentes. Se ha puesto en el centro de la actualidad política el excesivo endeudamiento de las entidades locales, que han superado los máximos porcentajes admisibles para el buen funcionamiento del sistema, asumiendo sus gestores responsabilidades de crédito que no pueden cubrir con el crecimiento de los ingresos. Diseñados los municipios y las Comunidades Autónomas para un caudal determinado (un nivel de actividad y competencias concreto), la superación del mismo, por ambición o insensatez de los responsables, ha provocado la cavitación del sistema estatal de responsabilidades.

No crea el lector que las empresas con gestión privada son ajenas a los peligros de la cavitación. El afán por reducir insensatamente los costes, eliminando a profesionales con experiencia, ha provocado la sobrecarga de otros, con menos competencia que, como la cúpula empresarial no se suele cambiar, se traduce, igualmente, en la sobreexcitación de las estructuras, causando su ineficacia, cuando no el colapse.

Los ingenieros sabemos que cuando una bomba ha sufrido cavitación, hay que someterla a inmediata revisión, y estudiar con atención si puede volver a utilizarse. Con demasiada frecuencia, si no se ha estado atento a parar la instalación en el momento de presentarse los fenómenos de cavitación, los daños en los rodetes, o en la misma carcasa, son tan graves que es necesario cambiar la bomba.

 Obviamente, además de sustituir el elemento dañado, hay que evitar que vuelvan a presentarse las condiciones de sobreexplotación, vigilando que el caudal de entrada sea el adecuado a las características propias del mecanismo.

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Nota para juristas.- El gráfico representa la aplicación de la teoría al funcionamiento de un Juzgado (no importa si de Primera Instancia o un Tribunal Superior, e incluso, el Supremo o el Constitucional). En ordenadas, se representa la complejidad de las tareas o casos a tratar; en abscisas, el caudal de entrada de las demandas al Juzgado (no confundir con el número de demandas acumuladas).

Para una situación dada, el funcionamiento óptimo del Juzgado se encuentra en aquellos casos que exigen una potencia intelectual del juez cerca del máximo; si el caudal de demandas presentadas al Juzgado crece, disminuye rápidamente la potencia o dedicación al caso, llegándose rápidamente a la zona de cavitación en la que, por mucho que se esfuercen los abogados en presentar sus argumentos -ya sean de demanda o contravención- el Juez entrará -con todos los respetos- en espasmo situación catatónica, colapsándose el Juzgado, o, lo que puede ser aún peor, arriesgando decisiones aleatorias o manifiestamente ininteligibles.

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