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Al Socaire de El blog de Angel Arias

¿Hasta cuándo?

Los acampados en la puerta del Sol de Madrid han decidido prolongar la ocupación de la emblemática plaza, el domingo, 29 de mayo de 2011. Lo que no saben es hasta cuándo.

Para poder decidir hasta cuándo, es decir, en qué momento se encontrarían en la situación evaluable como de victoria o derrota respecto a sus planteamientos, tendrían que haber precisado con antelación qué es lo que pretendía obtener y cuáles son los mínimos con los que se conformarían.

Iniciada la movilización, tendrán que valorar, si se deciden a desistir sin haber obtenido lo que querían, o, en caso de proseguir, cuánto sufrimiento -económico, de prestigio, social, etc.- están en disposición de soportar. 

No lo han hecho.

No haberlo hecho así, -y no estar dispuestos a hacerlo aún-, implica graves riesgos de que el movimiento pierda adeptos convencidos de la pertinencia de la protesta, y se radicalice, concentrándose en los que, sin atender a razones, lo que buscan es utilizar como escudos a los ingenuos, porque su objetivo no es negociar, sino armar barullo, encrespar.

Las cosas están así, por tanto: mal planteadas. Porque lo que hizo simpático a bastante gente fue lo abstracto de sus peticiones, variopintas, pero asumibles por muchos, deseadas como forma de enderezar un rumbo que, por la autocomplacencia, la crisis, la falta de trasparencia y los episodios de corrupción, se había torcido: -"democracia real", "cambio de comportamientos", "mejora de la educación cívica"-, suenan bien y no hacen daño más que como llamada a recuperar la ética personal, por exigencias del pueblo llano.

El movimiento surgía en su momento, además, con un objetivo concreto, relacionado con la fecha de las elecciones en España: "No les votes". Tuvo sus adeptos, pero, ahora, realizadas las elecciones, evidentemente, ha dejado de ser válido.

Trascurridas más de dos semanas de acampada, carece de sentido mantener el asentamiento como si se tratara de un parlamento alternativo, porque no lo es, ni puede llegar a serlo. Trasladar de esta forma el "poder al pueblo", volver a las asambleas medievales para decidir, es inabordable, anticontitucional y antidemocrático.

Es antidemocrático, habida cuenta que los más concienciados políticamente de los manifestantes del Quince Eme saben muy bien que no representan a la mayoría.

Sus ideas de cambio son -o pueden parecer a muchos- interesantes, los principios suenan atractivos, pero ni la realización de lo que propenden es factible ni habrá lugar a ella, porque, por cientos o miles que reúnan estas ideas, la inmensa mayoría quiere otras cosas, precisa de otro orden, sabe que para conseguir algo, hay que emprender otras vías, hablar, negociar sin presiones, seguir los cauces democráticos.

Convertir las Plazas de los pueblos de España en un remedo de la esquina del Hyde Park, no puede ser tenido por ejercicio de democracia. Es un adorno, un arabesco.

Y en todo caso, para los que quieran subirse a un cajón y decir algo que les libere de su adrenalina, se podría habilitar un lugar en el Retiro, un Speaker´s Corner castizo, en donde no estorben demasiado.

Porque la calle, jóvenes del Quince-Eme, quien quiera que seáis, no es vuestra; es de todos, siempre que la usemos para pasear, saludar a los amigos, ir de un lado para otro con las cosas de trabajar y de comer, no para convertirla en un lugar de acampada ni para hacer de ella un poster con chorradas (porque, aunque algunas de las ideas nos parecen bien, la mezcla conseguida es puro esperpento).

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