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Al Socaire de El blog de Angel Arias

En favor de los ingenieros españoles

En favor de los ingenieros españoles

Cada vez que se publica el nombre de los premiados en el capítulo de Investigación Científica y Tecnológica de esa estupenda iniciativa para llamar la atención sobre Oviedo que son los Premios Príncipe de Asturias, nos preguntamos dos cosas:

a) la forma exacta de seleccionar, de entre los numerosos grupos de investigación que trabajan por el avance de la ciencia, aquellos que merecen ser destacados, y las razones para hacerlo, y

b) los caminos de selección que, a pesar de que una aceptable proporción de científicos españoles han alcanzado el galardón, han dado por resultado que, hasta el momento, solamente un ingeniero, Amable Liñán (Dr. Ing. Aeronáutico), haya sido distinguido con él (en 1994), siendo el grupo de los físicos, biólogos y médicos quienes más atención han merecido del Jurado.

Como no deseamos convertir este Comentario en una relación de merecedores del premio, nos limitamos a apuntar que, sin duda, entre las "medallas" de la Real Academia Española de Ingeniería -fundada justamente en 1994- tiene que haber muchos dignísimos candidatos.

Y, como nos consta que, incluso dentro de este prestigioso núcleo de ingenieros ilustres, surgen amores y odios hacia otros colegas a los que se les niega el pan y la sal para sentarse en esa plataforma, demos por hecho que no están allí, en la Academia,  todos los que son. Habrá que buscar también, con las debidas normas de serenidad y seriedad, en otros foros de prestigio, quiénes han hecho descubrimientos y aplicaciones relevanes.

Tenga la seguridad el lector que se habrán de encontrar más de un centenar de ingenieros españoles con méritos para figurar en la élite mundial. Nos vendría bien ponerlos en valor, por la cuenta que nos tiene: hacer difusión de lo que hacemos bien en este país con permanentes pretensiones de que no nos tomen por el pito del sereno, pero sin saber cómo zafarnos del sanbenito.

Además de deportistas, de bioquímicos emigrados y de esforzados médicos oncólogos formados en el extranjero, en España también tenemos ingenieros laureables.

Porque, además, qué caramba, los Premios esos de Asturias los pagamos entre todos.

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