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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el Centro Común de Investigación (JRC) europeo

El JRC es una organización relativamente desconocida que da empleo a unas 2750 personas -1771 como plantilla fija- en la actualidad y agrupa a 7 institutos científicos concentrados en cinco países: Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y España. Está coordinado por el alemán Roland Schenkel (DG)., físico nuclear, con experiencia en la investigación de trasuránidos, en Karlsruhe, donde se ubica uno de los centros de referencia del JRC.

La entidad española que está integrada en él es el Instituto de Prospectiva Tecnológica (IPTS), ubicado en Sevilla, y está dirigida desde el 1 de mayo de 2010 por John Bensted-Smith (ha sustituído a Peter Kind, jubilado), economista, que está aprendiendo español -según confesó- a marchas forzadas, y ya aprendió a simplificar nuestro lenguaje. Le enseñaron que para sobrevivir en Sevilla era importante saber pedir: "Buenos días, una cerveza, por favor", pero la práctica la ha dilucidado la expresión correcta: "Buénah. Una caña".

Hemos tenido ocasión el 2 de junio de asistir a una Jornada de presentación de la realidad actual del JRC en la sede de la Comunidad Europea en España. En la Sala había, además de los conferenciantes, representantes de las Universidades y empresas relacionados con algunos de los campos de investigación en los que trabaja el JRC, y que acudían, suponemos, a enterarse de las formas de colaborar con ese Centro que necesita unos 400 Millones de euros para subsistir, que provienen, en su mayor parte, de asignaciones con cargo a los presupuestos de la Unión Europea. 

Las conferencias están disponibles en la prágina web de la institución y, habiendo sido los temas tratados tan diversos, no sería conveniente pretender realizar aquí un resumen. Destacamos, por tanto, algunas cuestiones relativamente marginales.

Una de ellas, quizá la más importante, es el desconocimiento que existe desde los centros y empresas españoles de las líneas de trabajo del JRC, e incluso de su propia existencia. Nacido como Centro de Investigación Nuclear para la Comunidad Europea, esta distancia podía tener justificación hace años, pero carece de explicación en la actualidad.

Una segunda es la escasa presencia de técnicos españoles en la organización, en puestos de máxima responsabilidad. Afecta la cuestión a éste como a todos los centros multilaterales. Como el JRC está solicitando técnicos (de niveles AD, Ph. Dr.) para prácticamente todos los campos de trabajo, existe una ocasión para incorporar a personal español en la Organización, que refuerce al equipo existente.

Una tercera es que los profesores españoles, investigadores y científicos españoles no le sacan partido a la UE. No conocen los instrumentos, no se apoyan entre sí y tienen una tendencia crónica  mirarse el ombligo, lo que tiene la ventaja -muy cuestionable- de no tener que hablar en inglés, idioma que, a pesar de los pesares, ni se domina, ni se entiende por la mayoría.

Lo que ya no sabemos es porqué, cuando tienen ocasiones de oro, como la de esta Jornada, para abordar a los que preparan los cocidos europeos, prefieren andarse por los bordes de las mesas o, en las intervenciones de los coloquios, hablar de teleoenseñanza y de lo que ya saben, en lugar de decir bien a las claras: Señores, ya está bien de que nos vean como un país de tapas y cervezas; estamos a nivel de los mejores.

Claro que hay que preguntarse antes: ¿Estamos?

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